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Una verdad dolorosa

Lucy

La sangre me hervía, mis músculos se tensaron, mis puños los tenía tan apretados que mis garras estaban cortando las palmas de mis manos, dejando un hilo de sangre caer al suelo. La impotencia cargaba con todo, con tan solo verla ahí, me sacaba de mis cabales.

Todavía no tenía planeado decirle a nadie sobre mi embarazo, el cual me enteré dos días después de que Gabriel se fuera al Edén y no regresara desde entonces. Me afectó tanto la noticia que caí en una especie de limbo en mi mente, y el no tenerlo cerca me lastimaba más.

¿Estaba feliz por la noticia? No. ¿Como podría estar feliz con algo que me traería problemas? De un tiempo para acá, tenía esa ilusión de ser mamá y formar una familia al lado de mi ángel, pero la realidad era que eso no era posible. Si acaso podíamos estar juntos; rompió una de las reglas al pedirme matrimonio y ahora habíamos roto la más importante.

No podemos tener hijos.

Estaba tan devastada que ni me inmuté al ver a Sky. Claro que estaba ansiosa, emocionada y feliz de verla junto a mi, pero algo dentro de mi no me permitió demostrárselo. Por ende, solo tuve el valor de contarle a ella sobre el embarazo. Nadie debía saberlo hasta poder ver a Gabriel y discutirlo con él, pero él estaba allá arriba haciendo no sé qué, preocupándome.

Pero algo si sabía y nadie me iba a negarlo. Tendría a mis bebés cueste lo que cueste. A por que, además, son mellizos.

—¿¡Que, que!? —dijeron Alnaly, Lucifer, Jaden y Jordan quién había llegado momentos antes de que ella lo revelara.

Tragué saliva, cerrando mis ojos para volverlos abrir y enfocar mi vista en todos los que me veían, estupefactos, sorprendidos, sin poder creer lo que Vaiolet acaba de revelar.

—Chicos... Estoy embarazada...—confesé con la frente en alto—. Pero hablaremos de esto después de sacar la basura de aquí. —refuté, refiriéndome a la bruja frente a nosotros.

—Tienes razón, muñeca. —aceptó Jordan colocándose a mi lado—. Hora de patear culos.

Vaiolet lo miró incrédula, alzando una ceja, como si no creyera lo que decía mi mejor amigo.

—Yo que tu me quedaría quietesito, chupasangre. —aconsejó, con la mandíbula apretada—. ¡Alnaly! ¿¡Quieres escuchar una historia!? —exclamó eufórica, mirando a Alnaly, como si de una niña pequeña se tratase.

Enserio ¿que se fumó?

Alnaly tenía una ceja alzada, pero con el ceño fruncido y en sus manos las bolas de fuego.

—¡No me interesa nada que venga de ti, perra! —exclamó con hastío.

Vaiolet comenzó a reír con esa risa macabra, aguda e insoportable.

—¿Tampoco te interesa saber lo que siempre te has preguntado? —inquirió con fingida pena—. ¿Que fue lo que ocurrió con Alinea?

Al pronunciar eso mi semblante serio, cambió a uno contraído, nervioso, ansioso. Giré a ver a Alnaly quién había suavizado su rostro, sus hombros decayeron, y su respiración se aceleró. Un silencio profanó la habitación.

Un Corazón Oscuro © #2 [✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora