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El infierno.




Me separo de Lucifer con brusquedad haciendo que me mire confundido. La verdad no sabía que decir o sentir. Lo único que tenía claro eran dos cosas. La primera; que era peligroso que me haya encontrado y debía perderlo. Y la segunda; no me dejaría llevar por el vínculo.

Me niego a sentir algo por él.

—¿Como me encontraste? —pregunto encarandolo.

Él solo me sonríe con picardía haciendo ver su perfecta dentadura la cual ignoro para ver sus oscuros ojos, tan penetrantes y atrayentes que solo te invitan a hacer una cosa.

Pecar.

—Solo venía de paso buscando a la mejor amiga de mi hermana y... —se acerca de forma intimidante, hasta quedar a centímetros de mi—. Encontré a la mujer perfecta para mí.

Maldito demonio.

—Esta mujer te partirá la cara si vuelves a acercarte demasiado, demonio —amenazo con la misma postura intimidante que él.

Una sonrisa landina aparece en su rostro.

—¡Agresiva, justo como gustan! —exclama con entusiasmo.

Me dedico rodar los ojos con frustración para luego caminar un poco y así alejar el momento de tensión.

—Bueno gracias por la visita pero es hora de irme ¡Adiós! —digo comenzando a correr lejos de él.

Corro con toda velocidad dejándolo atrás, al sentirme un poco cansada y ya con un trayecto lejos de él. Me detengo pero para mí mala suerte aparece frente a mi, recargado en un árbol con semblante tranquilo.

—¿Te debo recordar con quien estás tratando, amorcito? —inquiere acercándose a mi.

—Espero que sea la última vez que me llames así o te quedarás sin boca para decirlo. —amenazo.

Sin darme cuenta a una velocidad demoniaca se acerca, me atrae a su cuerpo tomándome de la cintura, colocando su rostro por el hueco de mi cuello oliéndome; haciendo que un escalofrío recorra todo mi cuerpo.

Odio lo que me hace sentir este hombre.

—Me gusta que juegues a hacerte la dura —comenta mientras deja besos en mi cuello, haciendo que me estremezca—. Pero ambos sabemos que caerás en mi juego, amorcito.

La que caerá en su juego será su madre, yo no.

Quito mi cabeza para soltarme de su agarre, y limpiarme el cuello exageradamente.

—Vete.

—¿Sabes cuantos años he esperado por ti, amorcito? Estás loca si crees que te voy a dejar aquí. —dice más serio cruzándose de brazos.

—No, y tampoco me importa. Tal vez tú deseaste encontrar a tu alma pero yo no. No te necesito. —suelto eso con frialdad.

Pero un dolor punzante en el pecho aparece, haciendo que me sienta mal por lo que dije; no ayuda tampoco la expresión de Lucifer. Pasó de estar feliz y coqueto a estar decepcionado. Respiro profundo para tratar de arreglar lo que dije.

Un Corazón Oscuro © #2 [✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora