X. Con todo si no pa qué (Segunda parte)

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Me desperté más acalambrado que la chucha. No había todavía ni abierto bien los ojos y ya con puro estirar las piernas supe que la nochecita que nos pegamos con el Paulo no se me iba a olvidar en harto tiempo. Puta, sentía como si me hubiese pasado alguna hueá por encima, lo que en verdad no era tan mentira, pero eso no quita que culiar cuatro veces al hilo parece que ya no es una habilidad que pueda andar luciendo todas las noches. Estaba pa la cagá, me dolía todo el cuerpo. Y puta, si yo me siento físicamente como el pico, no quiero ni imaginarme cómo se sentirá el Paulo, que al final con harta plancha me dijo que ya no podía soportar culiar otra vez. Debe estar más adolorido que la chucha mi guachito, si no cambió ni la posición en la que se quedó dormido en la noche. Yo alcanzo a mirarlo desde acá, me está dando la espalda y me tiene el brazo acalambrado a donde no me dejó moverlo en toda la noche. Me pesa igual su cabeza, pero en verdad no me da el corazón para sacarlo de encima.

Se ve bonito el hueón, durmiendo así, tranquilo, casi como si esta hueá fuera algo de todos los días. Yo dormí re mal la verdad, quedé con más sueño que la cresta. Entre que revivía los momentos que había pasado con el Paulo y me acordaba de mi mujer y de mis hijas no me pude quedar dormido. Escuchaba al Paulo respirar y yo, puta, no me podía ni mover para no molestarlo. Al final me dormí como a las 4 y algo de la mañana, muerto y ahora, chucha, ni siquiera son las 11. Puta la hueá, ¿sí o no que es una lata despertarse temprano cuando querí seguir durmiendo? Si no hay nada que hacer hoy día, no merece la pena pararse de la cama.

Amurrado por haber abierto los ojos tan luego apreté un poquito más la cintura del Paulo, pa liberar tensiones. Yo había quedado en una posición que se me había hecho bien incómoda en verdad, después de que no me pudiera mover en toda la noche. Me dolía el brazo izquierdo por la cabeza del Paulo y el derecho no más había encontrado un poquito de descanso porque se lo tenía encima de la cintura. Una cucharita bien penca igual, o sea, bien agotadora. Igual, nada empaña el recuerdo de la noche que tuvimos con el Paulo. Puta, la verdad es que me acuerdo y se me para el corazón, si lo pasamos la raja. Tengo el olor del Paulo por todos lados y sentirlo así, tan cerquita, es sublime, hueón. Igual, no fue culiar no más lo que se sintió tan rico, o sea, fue la forma en la que culiamos.

Hicimos el amor como si lo hubiésemos hecho siempre no más, como si tuviéramos la costumbre y a mí se me hizo que conocía al Paulo de memoria. La hueá se sintió como si toda la vida yo hubiera esperado por hacer eso con él. No sé muy bien cómo explicarlo, fue mágico no más. Suena muy hueca esa hueá, ¿cierto? Pero puta, así es. Así lo siento yo. Qué no daría para que esta hueá se repitiera y no solo una o dos veces, si no la vida entera.

Podemos fingir que hoy día, 27 de diciembre y mañana, 28, son todos los días de la vida. Es nuestra onda no más, así lo hacemos nosotros. Yo cacho que es para que no nos abrume la idea de que son días no más, horas las que podemos compartir entre nosotros, estar juntos y queremos, porque puta, igual es penca saber que nunca tenemos una fecha para la siguiente vez, vamos a lo que diga el destino no más y todos sabemos que el destino jamás ha sido justo para hueones como nosotros.

Pensando en esa hueá sentí al Paulo estirarse. Por fin pude mover yo el brazo. Eso debe haberlo despertado porque lo escuché suspirar; vi que sacudió las sábanas, pero no debe haber cachado que yo también estaba despierto. Sentí que me dio un besito en el brazo, justo ahí en mi tatuaje y puta que fue tierna esa hueá. Cosita...

— Hola Paulo —lo desperté yo y finalmente nos volvemos a mirar a la cara. Se ve lindo, así como está. Bueno, la verdad es que este hueón es bonito todo el día, ojalá yo fuera un poco de lo encachado que es él. Tiene el pelo desordenado, los ojos como nublados, pero la sonrisa de siempre ahí, en su boquita rica. Ay, Paulo... Erí como un sueño, hueón. Y yo algún día voy a tener que despertar.

A Primera Vista | Paulo Dybala & Ángelo SagalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora