XIX. Addio Oriana, Ciao Ángelo

693 13 82
                                    

Notas: Capítulo de larga duración chiquillas/os!! <3 

-

Han cambiado harto las cosas en estos meses. De repente, ni siquiera me atrevo a sentarme pa repasar todas las hueás que son diferentes ahora; trato de acostumbrarme a una normalidad que para mí pasó super ajena por caleta de años, pero que ahora es mi vida cotidiana no más, es cómo son las cosas no más. Julio se me vino encima muy de la nada, a veces me pasa como que siento que mi vida se mueve delante mío y todas las cosas que hago ahora las hice desde siempre. Entreno como si nada fuera diferente, salgo a la cancha con la cabeza en blanco, no me caliento con nada. Si algún hueón me pega en la cancha me da lo mismo, no alego. Estoy en otra en realidad, juego, pero en verdad me importa bien poco echarla adentro. Esa hueá me ha hecho cuestionar caleta esto que hago, me ha hecho pensar si acaso jugar a la pelota en serio me hace feliz, si era lo que yo quería pa mi vida o no.

Igual yo no soy un mal agradecido. Tengo claro de que todo lo que tengo ahora, en los niveles que lo tengo ahora, lo he ganado gracias al fútbol. Es el fútbol el que me ha dado un contrato millonario, es el fútbol el que me ha dado esta tremenda casa, la casa que le compré a mis papás en Talca, los dos departamentos en Providencia y La Reina y la casa en Las Condes. Es el fútbol el que me permitió pagarle toda la carrera en el Instituto a mi hermano, es el fútbol el que me dio la posibilidad de viajar por el mundo, es el fútbol el que me ha mostró tantas cosas que yo no conocía. Es el fútbol, también, el que me ha hecho pasar un montón de alegrías y un montón de penas igual y yo pienso, sumando y restando, que al final todo lo que he pasado es más bueno que malo y yo de verdad soy un agradecido del fútbol.

Pero eso no significa que a veces no sienta igual que el fútbol no me llena. A mí me gusta jugar a la pelota, siempre me gustó jugar a la pelota. Vengo de una familia a dónde a todo el mundo le gustaba el fútbol y en las reuniones siempre se hablaba de fútbol y siempre se jugaba una pichanga y los más grandes le ganaban a los más chicos y después les daban indicaciones de cómo mejorar. Y en el colegio también po, en el colegio cuando no tenía prueba a la hora siguiente me la pasaba jugando con mis compañeros en el recreo y pa mí siempre fue una hueá que se me dio tan natural y la verdad es que no sé si yo alguna vez pensé en serio que podía vivir de esta hueá y convertirme en profesional.

No niego que es una buena vida, ¿quién se podría quejar en realidad? Bien patúo sería si me empezara a quejar. ¿Qué es tener que soportar la presión y las críticas y la mala onda y el odio de los hinchas si ganai bien, si podí hacer lo que te gusta? No todo el mundo tiene esa oportunidad. Casi nadie la tiene en verdad. Y yo la tengo. Eso me hace sentir orgulloso, me hace sentir privilegiado, me hace sentir bien.

Siempre ha sido así, ah, siempre he sido consciente de que jugar a la pelota me trae caleta de beneficios y de que el resto de la gente en general no tiene ni uno de esos. Por eso trato de ser responsable y trato de pasar piola, si yo antes era una persona igual que todos. Antes de que se fijara en mí el profe Pizzi y antes de me comprara el Pachuca yo era otro hueón más no más que jugaba en Primera y esa hueá ni siquiera me hacía sentir especial. Nunca me creí el cuento. Tampoco es que me lo crea ahora, juego a la pelota en otro país no más y esa hueá me ha traído demasiadas cosas, de todo tipo. Conocí al Paulo gracias a eso, porque, puta, si yo no hubiera sido futbolista cuándo chucha nuestros destinos se hubiesen cruzado. Le puedo dar una buena vida a mis hijas, pude ayudar a mi gente, vivo tranquilo...

No, hueón, eso es mentira. Yo no vivo tranquilo. Desde que conocí a ese hueón que no vivo tranquilo. Pienso en él siempre, lo echo de menos cuando no hablamos por chat o no hacemos videos. Me da lo mismo la pelota, a mí me importa él, y, puta, la verdad es que antes igual me cuestioné caleta esa hueá, como que se me vinieron encima todos los viejos miedos que me rondaban cuando recién partí esta hueá con el Paulo. ¿Él me quiere como lo quiero yo? ¿Me quiere agarrar pal hueveo? ¿Me tiene pal rato, pa sacarse las ganas? ¿Lo nuestro es algo serio en realidad? Yo pensé que esas hueás estaban superadas, pero me di cuenta de que la inseguridad siempre está ahí, escondida a veces, pero sigue existiendo y sale a flote cuando uno menos se lo espera.

A Primera Vista | Paulo Dybala & Ángelo SagalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora