Capítulo 23.

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¡Malditas alarmas hijas de perra!— Grité, dándole un golpe a la mesa.— Juro que voy a matar al desgraciado que las puso.

Apenas había regresado de Andorra, y regrese a tiempo para comenzar directo de Karmaland, considerando que tenía días sin grabar.

Recién había entrado al server, y había alarmas sonando por todos lados, y no importa que tan lejos estuviera, aún sonaban las desgraciadas.

»Audrey, ¿estás?«

El mensaje de Raúl en el chat llamo mi atención. Respondí con un no, para después reír. Después le pedí que se uniera a discord.

Hola, compañera.— Saludo Raúl con una risita.

Me estoy volviendo loca, Auron.— Dije, soltando un bufido.

Loca ya estabas, Aud.— Respondió entre risas.

Te juro que sí te tuviera enfrente, te meto un puñetazo ¡que te cagas!— Grité, para después reír.

No seas violenta, mujer, por favor.— Pidió entre risas, mientras su personaje aparecía frente a mi.— ¿Así que a ti también te pusieron alarmas?

Sí, y no logró encontrarlas para apagarlas.— Masculle en respuesta, cubriendo mi cara con mis manos.

Te ayudo.— Dijo, comenzando a excavar en el suelo.

Estuvimos alrededor de 45 minutos picando debajo de mi casa, y por poco Raúl encontraba mi "centro de operaciones" donde planeaba mis maldades, pero al final logré persuadirlo para que fuera a otro lado. Una vez que recogimos todas las alarmas, él me las entregó.

»Tusapito ha donado 10 bits: Que curioso que Auron supiera exactamente donde estaban todas las alarmas, ¿no? :)«

Entrecerré los ojos, mientras miraba la donación que acaba de llegar.

¿Cómo fue que tu encontraste todas las alarmas y yo ninguna?— Pregunté, esbozando una sonrisa.

Suerte, supongo.— Respondió, riendo levemente.

Ah, claro, suerte.— Musité irónica.

A mi también me han puesto, así que no pude haber sido yo el que hizo el troleo.— Replicó entre risas.

Vale, te voy a dar la razón.— Sonreí ligeramente.— ¡No ratatopeen, chat!

¡Ya decía yo que el chat es el que te metía ideas a la cabeza!— Exclamó Raúl.— Es que son mentirosos.

¡Eh, más respeto a mi chat!— Exclamé, dándole un espadazo.

Estuvimos jugando durante largo rato, hasta que Raúl se desconectó. Aún me quedaba una hora de directo, así que decidí comenzar a construir mi imperio subterráneo. Había agrandado mi casa al punto de que parecía una mansión, pero lo verdaderamente increíble estaba debajo. Tenía una biblioteca gigantesca que me había costado años hacer, además de una cárcel donde tenía encerrados a mobs prohibidos, como sirenas, hadas, elefantes, loros, y cosas así, y debajo de eso, tenía un gran calabozo, donde mantenía a aldeanos encerrados, y debajo de ellos, las líneas de túneles que había construido para llegar a casa de todos mis compañeros.

Ahora estaba construyendo una especie de escondí te debajo del agua, pues estaba aprovechando el hecho de que tenía el mar a un lado de mi casa, y es ahí donde planeaba hacer mi cuartel secreto, pues al igual que varios de los chicos, había decidido desarrollar un papel aleatorio con el cual comería todo tipo de crímenes. Me apodaba "The Phoenix", pues los dioses me habían proporcionado un disfraz similar al ave, además de que siempre solía dejar mi huella en el lugar, colocando la imagen de una pluma en llamas.

Esto es Karmaland || YoutubersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora