Capítulo 01

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Cuando Nathalie llegó a trabajar a la mansión Agreste jamás se espero que su mundo cambiará tan rápido, en un abrir y cerrar de ojos había pasado de ser una mera recepcionista en una oficina con un sueldo mediocre, a ser la asistente mejor pagada de la ciudad y la mano derecha de una de las eminencias en moda, el aclamado Gabriel Agreste.

Aunque todo cambio tiene su consecuencia y si todo parecía color de rosas, la realidad era diferente, no solo se encargaba de ser asistente ejecutiva y llevar las riendas de la empresa mas prestigiosa de moda, sino que también tenía que cuidar de un niño de un año y medio bastante caprichoso y malhumorado para su edad, sin hablar de tener que convivir con la señora de casa, una mujer encantadora pero extremadamente celosa.

Para Nathalie se volvió una rutina interesante ir a trabajar, realmente los días pasaban con rapidez mientras estaba encerrada en aquella lujosa mansión, y sus fines de semana eran demasiado cortos para disfrutarlos en soltería.

El trabajo, la tutela de Adrien y la coordinación de la empresa hicieron que Nathalie perdiera la noción del tiempo, y cayó encuentras de que ya llevaba tiempo allí cuando la señora falleció y Adrien era un adolescente, la partida de Emilie Graham de Vanily fue muy dura para todos, en especial para el diseñador, el cual se recluyó en su atelier y poco a poco fue perdiendo contacto con el mundo exterior.

Con el aniversario número cuatro del fallecimiento de la rubia, las cosas en la casa se habían vuelto diferentes, la rutina que se mantuvo durante años se cambió y hoy, está se encontraba asistiendo a un evento en el instituto de Adrien, hoy era un día especial para el, tenía el papel protagónico en una obra dirigida por la señorita Bustier, y sin ninguno de sus padres para que lo viera, Nathalie oficio de adulta responsable y se presentó en el lugar con una gran sonrisa forzada pintada en su aterciopelado rostro.

─Gracias por venir Nathalie─ dijo el chico al verla entrar, este ya estaba caracterizado, hoy interpretaban Romeo y Julieta, y el modelo hacia del enamorado suicida

─Nada que agradecer, es un placer─ mintió y se encaminó hacia las gradas para observar al niño y después entregarle su reporte al platinado, porque a pesar de ausentarse, se preocupaba por su hijo y quería saber con detalle todo lo que a él concierne

Con la obra finalizada y el gran aplauso de cierre emitido, asistente y asistido volvían a casa en aquel lujoso automóvil que los transportaba a donde sea que fueran, el ambiente estaba en silenció, el rubio sonreía viendo por la ventana y la adulta era un témpano de hielo, más fría y sería que cualquier estatua.

─Desde niño me pregunto si sos humana─ soltó este en tono burlón, la mujer salió de su trance giro su cabeza y lo miro mientras fruncía su seño tratando de causar algún tipo de temor o remordimiento en el contrario, este ni de inmutó, sabía que mientras no haga contacto visual con ella todo estaría bien

─No seas atrevido─ musitó en tono estricto ─Ya no eres un niño para soportar tus faltas de respeto

─¿Lo ves?, creo que no lo eres. . .

El rubio borra su sonrisa y continua mirado por la ventana, la mujer cae en cuentas que solo quería conversar o tratar de conocerla más y se comienza a sentir mal por tratarlo de esa manera tan "despectiva".

─Soy tan humana como tú─ dijo desviando su mirada

─¿De verdad?─ la mira ─Demuestralo

─¿Que quieres que haga?─ réplica astuta

─Sonrie─ solicita pícaro

─Ni lo sueñes─ se cruza de brazos 

─Los humanos sonríen. . .

─No todos─ argumenta y lo mira desafiante ─¿A que va todo esto?

─Estoy aburrido─ la contraria bufa ─Y harto de no poder hablar con nadie. . .Nathalie te conozco desde que tengo memoria y jamás hablamos como personas. . .normales

─No me pagan para conversar, me pagan por supervisarte y procurar que nada te pase─ suspira

─¿Y cuando ya no haya nada que supervisar que harás?─ pregunto curioso

─No te librarás de mi─ contesto como si disfrutará de ello ─Hay suficiente trabajo como para que me quedé hasta que mis huesos no den mas─ trato de bromear

─No quiero librarme de ti─ respondió adoptando su posición inicial ─Me gusta tu compañía, por eso quiero que hablemos mas─ suspira ─Eres la madre que no tengo

Con eso el corazón de Nathalie se estrujó como si alguien hubiera metido su mano en su pecho y apretara fuertemente su corazón hasta hacerlo pequeño, sus manos comenzaron a temblar y estaban sudorosas, no sabía qué hacer ni que decir ante esta afirmación, era un honor para ella que el joven la viera así, pero al mismo tiempo estaba tan mal, nadie podía ocupar ese lugar, mucho menos una asistente como ella.

─Me halaga─ musito con voz entre cortada, para el rubio fue la primera vez que su asistente dudó, esa mujer jamás se había atrevido a titubear o hablar en tono bajo

─¿Podemos hacer un trato?─ ella asiente  ─Deja de ser tan formal conmigo, tengo dieciséis, no me trates como un socio de papa─ la mira ─Tratame como un hijo, solo pido eso

─A tu padre no le gustará─ musito sería

─¿Que le gusta a mí padre?─ ella guarda silencio ─Exacto, nada, además no tiene porqué enterarse, vive encerrado, si tú no le cuentas las cosas no tiene idea ni del día en el que vive─ se quejó

─Como quieras Adrien, pero en cuanto lo sepa se pondrá furioso.

El auto ingreso en el predio de la mansión, y ambos bajaron de el para entrar con tranquilidad en la gran casa, arriba desde su habitación, el ostinado multimillonario observaba por la ventana la llegada de su primogénito y su asistente.

─Lo noto pensativo maestro─ musito una voz chillona desde detrás del hombre, este cierra la cortina y se gira

─Hay algo que me molesta─ se encamina hacia la cama ─Este sentimiento horrible, como de felicidad, cada vez que Nathalie se encuentra cerca

─Es amor maestro, puedo sentirlo─ automáticamente su boca se borra al ver la mirada furiosa del diseñador, el kwami adopta un semblante triste y agacha su cabeza

─¡No vuelvas a repetir algo como eso!─ grito y la boca de la criatura volvió a aparecer

─Lo siento─ se disculpó sin levantar la vista

─Que sea la última vez que dices una incoherencia como esta─ suspira ─Si se repite no volverás a hablar jamas─ advirtió y salió de la habitación

A paso lento bajo las escaleras, una vez llegó a la planta baja, cerca de la puerta se encontró con aquella mujer de pelos azabache, mechón teñido de rojo y enfundada en un traje ejecutivo negro, adornado con un suéter de cuello de tortuga rojo, se veía algo animada, arreglando unos floreros y limpiando el polvo.

─Nathalie─ musito y la mujer se puso firme para girarse y mirarlo ─¿Como le fue a mi hijo?

─Excelente señor─ contesto sería

─Recompensalo por eso─ se encamina hacia su estudió

─¿Que tipo de recompensa?─ se animó a preguntar

─La que el quiera─ respondió sin detenerse

─¿Cenar con usted?─ replicó, este paro en seco, se gira y camina hacia ella

─Sabes muy bien que no quiero─ la reprendió ─Cada vez que lo veo, la veo a ella, aun me duele Nathalie más en un día como hoy─ suspira

─Perdon señor no era mi intensión─ desvía su mirada ─Vere que quiere hacer Adrien─ intenta alejarse pero el la toma del brazo

─Llevelo al cine, hoy dan esa película que tanto quiere ver─ la suelta ─Y tómese el resto de la tarde─ se va

Nathalie se queda perpleja sin comprender la actitud de su jefe, suspira pesadamente y sube las escaleras para darle la noticia al joven, seguramente se pondría feliz.

Miraculous: Algo nuevo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora