Epílogo

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- Sangre, ¡carajo! - murmuré, encontré sangre en mis bragas, las subí y corrí por el pasillo del baño, logré llegar hasta la puerta del auto y cuando me dispuse a prenderlo miles de luces fuertes y tenues inundaron mi vista, empecé a marearme y perdí el conocimiento, todo después fue un cuarto obscuro, un negro total.

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