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Parecía haber entrado en una especie de shock o algo así, sino no podía explicar la falta de sentimiento en sí. Se sentía entumecido y angustiado, eso era todo. No se sentía con ganas de llorar, ni de responder el abrazo que le trató de dar su padre cuando al fin llegó a la casa. Le costó dormir y cuando al fin pudo hacerlo, despertó temprano por el ruido que hizo su padre al prepararse para ir a trabajar.

Tenía el día libre, no lo quería, quería trabajar y hacer algo. Sentirse útil y ocupado, pero cuando le preguntó a su padre si podía ir, le dijo que descanse, era su franco.

Se tuvo que acostar, parecía estar fuera de sí mismo porque miró la pared frente a él hasta que escuchó la puerta de entrada y supo sólo por eso que debía ser la hora del almuerzo. No iba a levantarse a almorzar, iba a seguir tratando de dormir.

Se sentía muy irreal, no es que pensara que la muerte de su amigo era algún tipo de pesadilla o broma, pero no caía. Todavía sentía que estaba ahí, no sabía cómo explicarlo. Era como si esperara verlo más tarde, o esperara seguir incluyéndolo en su vida. Porque eso era lo que no podía procesar, ya no era parte de su vida, ya no existía, literalmente podía olvidarse de él y sería como si nunca hubiese estado ahí.

Sintió la puerta de su habitación abrirse y segundos después la mano sobre uno de sus brazos.

-"A comer hijo, levantáte".

-"No tengo hambre". Apenas se escuchó él, pero su padre parecía que haberlo hecho porque suspiró fuerte.

-"Bueno, comer vas a tener que comer igual, con hambre o sin hambre. Levantáte".

Salió de la habitación y sinceramente no le había dado lugar a la discusión, así que se levantó a comer literalmente un par de pedazos de milanesa y volvió a acostarse.

Pasó toda la tarde así, mirando la pared, mirando el techo, cerrando sus ojos, escondiendo su rostro en la almohada, centrándose en la angustia casi física en su pecho... y a pesar de eso, no había llorado nada todavía. No había soltado ni una lágrima y aunque tratara no podía.

Es que no era el simple dolor de perder un amigo, era la culpa de saber que podría haberse evitado si sólo hubiese cumplido su palabra de acompañarlo.

Necesitaba distraerse, quería ir a trabajar, salir, algo. ¿Qué hora era? Había quedado con Manuel para la tarde noche, pero no quería hablar de ellos ni de nada. Tampoco quería estar solo.

¿Si lo usaba para pasar el rato, era de mala persona?.

Se levantó para ir directo a ducharse rápido, se vistió y se volvió a acostar. Recién cuando oscureció un poco salió de su casa. No se apuró, no sabía ni qué hora era, pero si estaba llegando antes podía al menos estar solo un rato.

Cuando llegó pudo ver al mayor sentado contra un árbol, tenía puesto sus auriculares y estaba usando su celular. Ahora no sabía si darse media vuelta e irse a otro lado, o sólo acercarse de una vez. Es que no le interesaba hablar, no quería arreglar nada, no quería estar solo y listo.

Se mordió el labio con fuerza, desde cuándo ir a hablar con Manuel era tanto drama, tenía que acercarse y listo. Ya habían dejado de verse, peor que eso no podía ir.

Se acercó y juraba que podía sentir sus piernas temblar por alguna razón. Quería saltear la parte de tener que hablar para estar bien y sólo sentarse a su lado en paz, en silencio. Es lo que necesitaba ahora.

Manuel abrió sus ojos y pudo ver una clase de sorpresa en ellos, se sacó los auriculares y pareció que detuvo la música.

-"Pensé que no venías".

Kcyo - Parte 1 - TrueplikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora