I: El de ojos gatunos y piel pálida

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El frio entraba por sus huesos y congelaba sus vellos haciéndolo tiritar de vez en cuando. Parecía ser que se avecinaba una tormenta pero más temprano había visto por la televisión que sólo se trataba de una fuerte lluvia, así que cargaba su paraguas en su mochila mientras esperaba impaciente la llegada del autobús en la parada. Sus piernas se movían y sus manos jugaban entre los bolsillos de su abrigo para apaciguar el frio y seguramente también por la impaciencia.

El autobús no aparecía y temía llegar -por segunda vez en la semana- tarde. Miró el reloj en su muñeca y confirmó lo inevitable. Seguramente su jefe le recordaría tal como la primera vez que si no establecía una llegada puntual a su estancia sería despedido.

–Demonios –Murmuró para sí mismo.

Esta vez fue su culpa. Debido a su desvelo la noche anterior haciendo un trabajo importante para su universidad, no oyó la alarma de su teléfono sonar y al recordar entre el sueño que debía despertarse ya era demasiado tarde. Sin embargo, confió en que tomaría el autobús de inmediato y que al estar en él este pondría a funcionar su motor a todo timbal. Pero bueno, las cosas no estaban saliendo como creía.

Dejó de reprenderse y lamentarse mentalmente cuando vio al chico de estatura mediana y piel pálida acercarse a él con el objetivo de sentarse a su lado. Normalmente este tipo de cosas no le pasaban, no se paralizaba y centraba su atención por tanto tiempo en algo o en alguien, incluso sus amigos decían que simplemente era muy revoltoso para ser capaz de mantener la concentración. Pero ese chico le cautivó apenas lo vio.

No era la primera vez que lo veía por esos lares, claro que no. Pero sólo con su presencia Hoseok se paralizaba. Es que era tan hermoso que Hoseok no podía hacer otra cosa que mirarle. Como ahora, que giraba su vista lentamente hacia él, embelesado con su belleza. Desde ese día, el día que le vio por primera vez, lo encontraba de lunes a viernes en la parada del autobús. Y no solo eso, al tomar el autobús de vuelta se percataba de su presencia en él, así que de venida también le veía.

A diferencia de Hoseok, el chico traía un buzo de rayas negras y rojas, unos jeans oscuros y botas negras. Su cabello estaba cubierto con un gorro de lana negro mientras la parte delantera cubría un poco sus lindos ojos gatunos. "¿No tiene frió?" pensó Hoseok. Si él estuviese vistiendo de esa forma ahora, seguramente estuviese en una ambulancia camino al hospital por hipotermia. Pero al parecer el chico soportaba bien el frió. Su mirada tranquila estaba perdida en la calle por donde se suponía el autobús venia y en sus oídos cargaba sus auriculares.

Hoseok lo había estado mirando tan embelesado que no se percató de la llegada de su autobús. Si no fuese porque el chico a su lado se puso en pie camino a subir a él, Hoseok posiblemente habría sido despedido.  

Mi abrigo en el frío, mi paraguas en la lluvia(Yoonseok/Sope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora