7. Ryan

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Foto de Ryan :D

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"Ayúdame".

Fue la palabra que resonó en los rincones de mi cabeza al entrar en aquel extraño trance del que fui parte mientras observaba fijamente cómo la figura de Joseph se acercaba a mí.

La infinita angustia que arrastraba consigo aquel mensaje al impactar en mi cerebro hacía que mi cuerpo se estremeciera en dolor. Pero no era sufrimiento físico lo que transmitían esas siete letras, sino el profundo flagelo emocional al que Joseph había sido sometido.

Lo podía sentir como si de mí mismo se tratase, era una peculiar hiper-empatía que me hacía sentir culpable por lo que le había hecho. Sabía que las negativas emociones que irrumpían en mi ser eran producto de los fatales crímenes que seguían atormentándome en las fragorosas noches de mi mansión en las que las caravanas de desconocidas voces orquestaban funciones como cantos gregorianos. Pero en vez de hermosas melodías, los atormentados llantos se colaban en mi mente como un río de almas en pena que aún no hallaban su camino hacia la paz eterna.

Joseph seguía aproximándose con descuidados pasos a mi ubicación y tuve el fugaz presentimiento de que me agrediría. Tal vez por el inextinguible estado de alerta que aún conservaba tras años de traumas que me habían obligado a crear aquel mecanismo de defensa. Sin embargo, no sería algo que hubiese evitado si hubiera ocurrido, creo que lo tenía más que merecido. Había arruinado su vida y probablemente jamás volvería a recuperarla. 

Sus pasos se detuvieron y cuando pensé que venía lo peor, simplemente se posó estático frente a mí sin inmutarse en expresar gesto alguno. Sus ojos, vacíos y blanquecinos, no reflejaban nada más que el vasto océano de estrellas que dibujaba el firmamento. Tan inmenso, que divagaba en este hasta perderse para apagarse en una muerta mirada que solo fingía observarme. El pálido pigmento de su piel era incluso más apagado que el mío, aún cuando en vida Joseph ostentaba de una bronceada y envidiable cutis que reflejaba lo joven que era. Ahora solo se trataba de un viejo recuerdo de su funesto pasado que se había extraviado en una prematura muerte para difuminarse en el valle de sus anhelos.

Miles de intrigantes incógnitas se instalaron en el rompecabezas de mi cerebro en ese momento, pero la primera y más importante fue: ¿Cómo es que había sobrevivido a mi ataque? 

Los vacíos inexplicables de mi mente exigían alimentar mi curiosidad, y, en un momento de inquietante suspenso, dirigí mi ansiosa mirada hacía su descubierto abdomen para inquirir el motivo de su incomprensible existencia.

Extrañas malformaciones de masas con un extremado parecido a llagas de color negro se plasmaban a lo largo y ancho de donde se supone que debían estar sus vísceras. La gran mancha azabache que cubría toda su región abdominal parecía tratarse de sangre coagulada intentando cicatrizar desesperadamente.

¿Se había regenerado al igual que yo? 

Los vagos recuerdos que tenía sobre cómo lo había devorado no eran memorias que hubiese intentado recrear después de aquella horrible escena, pero, al visualizar su gran herida, los fotogramas de aquel evento se proyectaban en mi mente como una película que conocía al pie de la letra.

Coronavirus Zombie (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora