Al abalanzarme sobre él, mi cuerpo impactó contra el suyo hasta derribarlo, bloqueando cualquier movimiento desde su cintura para abajo. Sin embargo, sus brazos fueron lo suficientemente rápidos como para interponerse en mi camino, protegiéndolo de mi implacable mordida.
Nunca nadie había tenido los reflejos tan rápidos como para evitar algo así, aunque por una parte lo podía entender; este sujeto no me esperaba con la guardia baja, fue él mismo el que se acercó hasta mi posición sin vacilación alguna. Estaba decidido a descubrir lo que sea que lo asechaba.
Y ese era yo.
A diferencia de mis anteriores víctimas, que ni siquiera pudieron darse cuenta de mi presencia antes de que los atacara sin piedad, él sí se había percatado de mí.
¿Cómo me había escuchado desde allá abajo? No lo sabía. Puede que el poste de luz que iluminaba aquel callejón lo hubiese ayudado; tal vez el fulgor de este rozaba con ligereza la cima de la azotea, y entonces, cuando me disponía a prepararme para saltar moviéndome entre el tejado, la sombra de mi figura se posó en su panorama.
Hubiera sido fácil devorarlo en el acto, pero la persona que se encontraba sometida a mi voluntad no era alguien con el que debía meterme por mi propio bien. Ya había hecho demasiado con provocarle ese gran mordisco en su brazo. Si lo mataba, el que resultaría sacrificado después sería mi pellejo.
Ricky Gibson, hijo de Aaron Gibson, mi jefe; ese era el sujeto que yacía en el pavimento de aquel sucio callejón.
—¡¿George?! —gritó Ricky, aún tendido en el suelo, mientras ambos intercambiábamos atisbos de sorpresa.
De todas las personas que estaban en el bar, ¿por qué él?
Ricky era uno de los sujetos con los que generalmente me reunía en aquella discoteca. Pero él no era un simple esbirro de mi jefe como el resto de esos ineptos, él era el hijo del jefe. Podía hacer lo que quisiera y nunca se metía en problemas, pero no porque fuera pacífico, sino porque su padre siempre se encargaba de solucionarlos.
Era un niño malcriado encerrado en el cuerpo de un hombre.
Sin embargo, eso no me detenía de tener sexo con él, y no porque quisiera, sino porque él me lo rogaba. Y no había algo que me gustara más que sentirme necesitado. Además, ¿qué hay de malo en divertirse un rato?
Ricky no era feo, de hecho, todo lo contrario. Su cabello negro, ligeramente ondulado, combinaba a la perfección con sus ojos azabache y sus cejas bien marcadas. Su rostro era una combinación entre ovalado y cuadrado, con maxilares bien acentuados, pero no llegando a extremos. Sus rasgos eran bastante masculinos y asentados. Pero su actitud era molesta; se creía el dueño del mundo.
Una noche, meses antes de conocer a Ryan, había bebido de más en El Suplicio. Por lo general me gustaba beber, pero siempre me controlaba. Sin embargo, estoy seguro que Ricky le puso algo a mi bebida esa noche. Era un fiestero empedernido y acosador de primera; quería tener sexo con todos los hombres de la banda, especialmente conmigo. Ya llevaba varias semanas acechándome. Incluso cuando le dejé las cosas claras desde el principio, a él parecía entrarle por un oído y salirle por el otro
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Coronavirus Zombie (completa)
Horror(LGBTQ+) George es transformado en zombie tras ser infectado por un nuevo virus, viéndose obligado a asesinar personas para poder alimentarse. ¿Logrará recuperar su humanidad? ═════════ Sinopsis: Al regresar de un viaje de negocios en China, George...