Extra

2K 202 443
                                    

LA LEYENDA DE LOS MUERTOS VIVIENTES

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

LA LEYENDA DE LOS MUERTOS VIVIENTES

Entre las cosas que el fulgor del claro lunar alcanzaba, se encontraba una diminuta cabaña escondida en el espesor de un bosque; en esa casucha yacía un hombre a punto de morir.

Los pobladores de la zona se debatían entre llamarlo loco, brujo, hechicero e incluso el mismísimo demonio. A él no le podía importar menos; pronto su plan se pondría en marcha y todos se rendirían a sus pies.

Concurría el siglo XVII en aquella región de Haití. El incesante tráfico de esclavos hacia América había desencadenado un fuerte fenómeno de sincretismo entre la religión cristiana y las otras provenientes de África, junto con algunas sectas propias de la idiosincrasia haitiana. Todo esto había formado una nueva creencia entre los residentes de aquel lugar, una idea novedosa en la qué depositar su fe; El Vudú.

El hombre que vislumbraba sus últimos minutos de vida en aquel lecho de muerte era su mayor exponente; tenía seguidores fieles que lo esperaban con ansias. Ellos creían firmemente en que regresaría de la muerte tal como lo había prometido, y entonces, dichosos, podrían disfrutar de una vida eterna.

El «hechicero» no tenía miedo. Acariciar la muerte tan solo era el comienzo de su gran proyecto. Había pasado toda su existencia tratando de encontrar la inmortalidad, confiado en que funcionaría; macabros experimentos en animales muertos y cadáveres de personas respaldaban su teoría.

En poco tiempo comprobaría en carne propia lo que con años de práctica le costó obtener, pero primero tendría que dar el último paso.

Entre sus brazos guardaba con recelo una urna misteriosa. El pigmento marrón que la recubría le proporcionaba una opacidad intensa que no permitía entrever el mínimo detalle en su interior. Misteriosos garabatos ornamentaban su diseño; simbología cristiana fusionada con aquella traída del África se traducía en una nueva. Crucifijos asentados en pedestales y escaleras se explayaban a lo ancho de su figura. 

El hechicero puso las palmas encima de la funesta vasija y, rozando su tosca superficie, removió la cubierta para dejar en evidencia lo que contenía.

Un inquietante humo blanco se esparció con presteza por todos los rincones de la pequeña cabaña. La densa humareda se concentraba hermética en el interior de esas cuatro paredes. El gas se introdujo en su cuerpo, causándole asfixia mientras invadía cada célula de su organismo indiscriminadamente. 

Su gran creación se estaba poniendo en marcha.

Cuando el reloj de arena que representaba su vida llegó a cero, sus brazos y piernas se extendieron a lo largo de las sábanas. La muerte había tomado su lugar... 

O eso se creía. 

Sin embargo, como si fuera una burla al destino, algo ocurrió después de aquel inevitable proceso; su corazón produjo un pequeño sobresalto.

Coronavirus Zombie (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora