Convencidos que son almas gemelas unidas por la Fuerza, no aceptan que Luke Skywalker haya intentado separarlos.
El mayor problema de Cam, una Jedi Gris, fue tomar la mano del adolescente Ben cuando él le ofreció las sombras.
Les presento a lo...
Entramos en la habitación donde tienen a la chica encerrada. Todavía duerme, así que aprovecho a estudiarla. Es alta, está en buen estado, tiene cabello castaño, muy parecido al mío. Su piel está bronceada, supongo que por el sol de Jakku. Sin embargo, le falta un refrescante baño y un cambio de ropa, huele a basura, literalmente. Así que... ¿este es el nuevo despertar de la Fuerza? estoy un poco decepcionada. Pensé que por lo menos sería alta como yo, pero le saco aproximadamente una cabeza de altura.
Pateo la camilla, provocando que se despierte. Me apoyo en la helada pared a medida que ella observa todo a su alrededor con curiosidad.
—¿Dónde estoy? —Kylo está agachado frente a ella. Así que, la conversación es entre ellos dos, ya que se "conocen".
—Eres mi invitada —literalmente, yo no la quiero aquí.
Kylo y yo tenemos una díada en la Fuerza. Me molesta el hecho de que se sienta en cierta forma conectado hacia esta chatarrera.
—¿Dónde están los otros?
—¿Los asesinos, traidores y ladrones que llamas tus amigos? —pregunto de forma jocosa. Miro al techo, cansada. Presiento que no dormiré bien durante mucho, mucho, mucho tiempo—. Estarás aliviada de saber que no tenemos idea.
—Todavía quieres matarme —afirma él, leyendo sus pensamientos. Es verdad, puedo percibir la furia que la rodea. Parece como si estuviera rodeada de brillantes llamas rojas.
—Eso pasa cuando te persigue una criatura enmascarada —replica, sin miedo. Su voz tiene un acento extraño.
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Me llevo una gran sorpresa cuando Kylo se quita la máscara, revelándole su majestuosa belleza. La toma con la guardia baja y sé que él no puede notar que ella piensa que es... demasiado guapo para ser de los malos.
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Sí, todo lo que ella quiera, pero es mío y no tiene permitido tener ese tipo de pensamientos hacia mi esposo. Aprieto la mandíbula, imaginando cientos de escenarios de tortura.
Él estampa su casco sobre la mesa, dando a relucir un gran ruido sordo. Paso una mano desde mi frente hacia el rodete que tengo hecho, alisando mi cabello.
