04;;Dear Albus

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Querido Albus:

Maldita sea, te escribo porque me ha pasado algo excepcionalmente extraño, y creo que otra vez, tú eres el responsable.

El caso es que estaba echándome una siesta, nada del otro mundo, cuando, de un momento a otro, me pareció sentir que acariciabas mi mano, e incluso sentí tu aliento chocar contra mi oído. Estoy volviéndome loco. No, tú estás volviéndome loco.

Te prometo que senti que estabas realmente a mi lado, fue demasiado real. Pegué un salto de la cama, es increíble hasta que punto llegas a molestarme.

¿Acaso el señorito no me va dejar ni dormir en paz? Creo recordar que te pedí que salieras de mi cabeza, pero no para acostarte a mi lado y asustarme así. Seguro que en ese colegio lleno de protecciones mágicas en el que te escondes tienes una bonita cama, ¿no? Entonces no vengas a la mía, porque me gusta dormir solo.

Detesto sentir que dependo de ti hasta para conciliar el sueño. ¡Es tan ridículo! Te sugiero que sigas tu camino sin interferir en el mío, porque no me haces bien. Quédate en tu maldito colegio y no te metas en mi cabeza más.

Cobarde. En vez de venir en persona a molestarme, lo haces psicológicamente.
Te aborrezco, idiota sentimental.

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Cuando terminó de escribir, miró con recelo y repulsión aquella libreta, ¿por qué tenía que escribir eso? De alguna manera sentía que le había dejado las cosas claras a Albus. Bufó rodando los ojos y dejó la libreta en su sitio, mientras se quedó mirando a la cama.

Era una cama muy grande para una persona sola, es verdad, pero ¿y qué? Si le gustaba dormir solo, le gustaba tener su privacidad y poder pensar a veces en voz alta sus cosas, sin que nadie molestara.

¿Por qué te mientes así? Te contradices. Te gusta dormir solo pero tampoco te quejarías si Albus durmiera contigo, ¿o no? Por eso alucinas con que esta ahí contigo.

Se sintió ofendido con su propio pensamiento, que una vez más, tenía razón. Lo seguiría negando hasta la saciedad.

Admitía que cuando eran adolescentes había disfrutado durmiendo juntos algunas noches. Siempre era placentero despertar con Albus entre sus brazos.

¿Que tonterías son estas? Que ya no tenía diecisiete años. Ahora era un adulto maduro, con cosas más importantes en la cabeza. Albus es pasado, no debería interferir más en su vida, pues sus caminos se separaron hace tiempo.

Mejor se concentraría en el mitin que daría dentro de unas semanas en el Panteón Lestrange.

Letters to the Love of my LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora