Querido Gellert:
Buenas tardes, Gel. Bueno, si aún me permites que te llame así. Últimamente he estado más ausente, es que me quedé sin pergaminos, creo que te cuento demasiadas cosas. En realidad me gustaría saber cómo te encuentras tú.
Lo cierto es que he descubierto una nueva afición. ¿Sabes hacer punto? Porque es más entretenido de lo que parece, y no, no lo hago con magia, así es más divertido. Aunque creo que si pudieras leer esto te reirías de mi, como si te escuchase ya. Entiendo que tienes otras afirmaciones, como armar revuelo por allí a donde vas, pero bueno.
Newt me cuenta que estás tras el Obscurial, aunque eso no es una nueva noticia. Me da lástima como intentas sacar provecho de ese muchacho por su condición. Los rumores apuntan a que es el último de un linaje muy importante, aunque tengo mis dudas de eso. Deberías ayudarlo, esta desesperado Gellert.
Ya se que nunca tomarás mis consejos, así que solo me queda pedirte encarecidamente que tengas cuidado, y que por favor, recapacites sobre lo que estás haciendo. No estaría feliz si te capturasen, pero tampoco lo estaría si te salieses con la tuya. Solo estaría feliz si algún día regresaras, porque como ya te dije en anteriores cartas, no te guardo rencor. Espero que tu a mi tampoco.
Lamento ponerme sentimental, a veces no lo controlo. Pasa una buena tarde, Gellert.
Con mucho cariño, Albus Dumbledore.
{...}
Al menos había intentado no ponerse sentimental con esa carta, pero reconocía que le había costado lo suyo. A su vez, sentía que si Gellert leyera aquello solamente se enojaría diciéndole que era un entrometido y que no le importaban sus consejos. Porque conocía a Gellert, y sabía que era más terco que un burro.
Le daba demasiada lástima ver como aquel talentoso mago al que tanto amaba se iba a dar de bruces contra el suelo. Prácticamente en todos los países lo estaban buscando, y por muy buen duelista y estratega que fuera, lo acabarían atrapando, porque son muchos más que él.
Tenía la varita de saúco al fin de cuentas. Dumbledore sabía que estaba confiado por el poder de aquella varita, y probablemente aquel exceso de confianza acabaría con el, solamente había que darle tiempo. Evidentemente que no queria verlo una vez que aquellos aurores lo capturaran, pero sabia que su amado era un peligro andante en libertad, y estaba mejor recluido que matando muggles.
Dejó escapar un pequeño suspiro, no se imaginaba el peso en sus hombros si era el quien tenía que pararle los pies. Estaría el resto de su vida consciente de que Gellert, la persona a la que más amaba, el único y genuino dueño de su corazón, se pudriría en una celda por su culpa.
Su corazón se estrujó un poco más que ligeramente al imaginarse como se llevaban a Gellert, quizá condenado a muerte o peor, a estar de por vida encerrado gracias a que él lo había entregado. Tendría que vivir sabiendo que Gellert está siendo infeliz y se muere por momentos. Ya podía sentir su mirada de odio y sus palabras hacia el llenas de frustración.
"Te odio Dumbledore, siempre mentiste, no me amas, solo quieres que me pudra en una celda mientras a ti te galardonan como un héroe. Eres lo peor"
Cerró sus ojos con fuerza, probablemente jamás sería capaz de verse a un espejo de nuevo si eso sucedía. No podía soportar el dolor que eso le traería, el amor de su vida condenado por su culpa y odiandolo hasta el día de su muerte.
Se ha condenado el solito. Merlín sabe que has hecho lo imposible por intentar traerlo de vuelta, pero es tan cabezón que va a acabar fatal. Le estarías haciendo un favor si le pararas los pies.
Tampoco podía negar aquello, pero francamente estaba seguro de que no podría sobrellevar el resto de su vida condenarlo así. Honestamente iba a ser muy doloroso, pero las consecuencias de que Gellert llegara al poder serían desastrosas.
Era la hora de mostrar valentía. Gellert debía parar. Necesitaba el pacto cuanto antes, solo así podía confrontarlo. Bueno, aún no estaba seguro de querer hacerlo. Tomo aquella foto que guardaba como si fuera oro en paño y la miró con una sonrisa demasiado triste y melancólica.
—Te amo, jamás lo pongas en duda, pero no puedo pensar solo en mi. Debo pensar en los demás. Ya se que solo merezco tu odio si llegases a sufrir por mi culpa, pero estas equivocandote, y el cruel destino quiere que sea yo quien le ponga fin a esto.—
Murmuró bastante triste, sonaba muy dramático, pero así era la situación. Ver sufrir a Gellert lo mataría de dolor y de culpa a él. La situación era demasiado incierta, y parecía que los aurores sabían de un mitin o algo similar. Albus sabía que Gellert no era tonto. Tendría prevista una vía de escape, y mataría a cualquiera que tratara de capturarlo. Así era Gellert, solo mataba si era realmente necesario, pero era tan cruel... una parte de el pensaba que si hubiera ido con el y se hubiera encontrado este panorama, hubiera sido capaz de traerlo de vuelta al lado luminoso.
No estés triste, a pesar de lo terco e intenso que es Grindelwald, él sabe que aún lo quieres. Es más, en ese corazón que todos creen inexistente, te tiene en muy alta estima, pero sabes como es, y lo negará hasta la saciedad.
Sus labios se curvaron en una leve sonrisa casi fugaz ante aquel pensamiento. Podría ser verdad, después de todo, quizá Gellert aún lo quería, pero si de veras echaba a perder todo su trabajo y esfuerzo de un plumazo, este acabaría tachandolo de por vida en su corazón, si es que no lo había hecho ya.
Era imposible determinar lo que sentía Gellert, hasta para el habia sido un misterio, y eso que lo conoce mejor que nadie.
Tu lo conoces mejor de lo que él mismo se conoce.
Aquello tenía toda la pinta de ser verdad, Albus lo veía como un torbellino de emociones, estaba seguro.
Gellert siente muchas cosas, pero no sabe ponerles nombre porque no les da importancia. El no le da importancia a sus emociones, porque piensa que le desprestigian o una bobada así. Por lo tanto, cuando se ve obligado a sentir algo que ni siquiera sabe lo que es (aunque es evidente que siente remordimientos por haber dejado a Albus atrás con el corazón roto) simplemente se frustra y pasa del tema.
Siempre había sido así, parece que algunas cosas no cambian.
—No es que no sientas, es que no sabes lo que sientes, no seas terco.—
Negó ligeramente mientras veía una foto de El Profeta de Grindelwald, que supuestamente había sido el causante de varias muertes de muggles en París, y estaba tan normal y serio como siempre. ¿Algún día entraría en razón?
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Letters to the Love of my Life
Fanfic"I miss you, but I'm afraid I won't come back, my dear"