Ava ||Jude Bellingham||

▪︎𝟎𝟕▪︎

 ►𝐌𝐚𝐧𝐜𝐡𝐞𝐬𝐭𝐞𝐫, 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚. 𝟐𝟐 𝐝𝐞 𝐒𝐞𝐩𝐭𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟐.

—¿Estás lista ya?

—Eso creo. No lo sé —Ava miró a Lilith a través del espejo.

—Vas divina. Nada de arrepentirse. Vamos, que nos están esperando —indicó la mayor. La morena se miró por última vez. Hacía mucho tiempo que no se ponía un vestido que le realzase el cuerpo. Se veía bien y bonita, algo que desde que empezó a salir con Mike no había hecho.

—Oye, Lily.

—Dime.

—Quería darte las gracias —la pelinegra frunció su ceño.

—¿Por qué?

—Por haberme escuchado aquella noche. Y por haber estado tan pendiente de mí aunque yo quisiese echarte de mi lado.

—¿Me estás dando las gracias por algo que debería hacer cualquier persona? ¿Y más yo siendo tu mejor amiga? Ni se te ocurra decirme eso otra vez, Ava —la más joven reprimió una sonrisa—. Se me partió el alma en dos cuando me enteré de lo que Mike te hacía, y solo de pensarlo ya me pongo de mala leche. Así que esta noche va a ser de desconexión —la mayor puso sus manos en los hombros de la morena—. No quiero que pienses en eso, y sé que es difícil, pero inténtalo al menos ¿vale?

—Te lo prometo.

—Así me gusta.

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Hacía mucho que Ava no vivía aquel ambiente y esa sensación. El alcohol, la música, la buena compañía. Sonrió al ver a Lilith bailar junto a Phil, la tensión que había entre los dos podía cortarse perfectamente con un cuchillo, era visible ante todos los presentes.

—¿Cuándo crees que se comerán la boca? —la chica se encogió de hombros, y miró al muchacho.

—Ojalá esta noche. Llevo años viendo las ganas que se tienen. Y me apetece vivir algo bueno este mes.

—Has conseguido escapar de un infierno, ¿eso no cuenta como algo bueno?

—Cuenta como algo doloroso, más bien —aclaró—. ¿Quieres salir?

—Claro —tras agarrar el abrigo, abandonaron aquella discoteca—. ¿Te lo estás pasando bien?

—La verdad es que sí —confesó Ava sentándose en un bordillo, y Jude repitió su acción—. Me hacía falta despejarme. Solo pienso en todo lo que ha pasado, y se agradece muchísimo un plan así. ¿Tú qué tal estás?

—Bueno... He estado mejor, la verdad.

—¿Y eso?

—Mi novia y yo no dejamos de discutir. Y eso pasa factura.

—Ya, ¿qué me vas a contar a mí? —dejó ver una sonrisa amarga—. Mike y yo discutíamos todos los días.

—Es que no sé que le ha dado ahora por querer revisarme el móvil cada vez que puede.

—A ver, sé que no soy la más indicada para decir esto, pero creo que deberías hacer algo para evitarlo, ¿no?

—He intentado hablar con ella mil veces, y no me hace caso. Y... ¡Cada día la soporto menos! —aquella confesión sorprendió a la morena—. Cuando yo la conocí no era así, te lo juro. No me imaginaba que fuese tan... Tan tóxica. Ahora le dan celos con todo lo que hago, es horrible, me siento como si... Como si estuviese...

—¿A punto de encerrarte en una bola de cristal en la que sólo existís tú y ella? —Bellingham asintió con su cabeza—. Te digo lo mismo que antes. Sé que no soy la más indicada, pero si aprecias tu vida social y tu libertad, es mejor que empieces a replantearte las cosas.