Ava ||Jude Bellingham||

▪︎𝟎𝟓▪︎

 ►𝐌𝐚𝐧𝐜𝐡𝐞𝐬𝐭𝐞𝐫, 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚. 𝟏𝟏 𝐝𝐞 𝐒𝐞𝐩𝐭𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟐.

—Tío, ¿qué te pasa? —Phil y Jack se acercaron a él.

—Tenemos... Tenemos que hablar.

—¿Fuiste a por Ava?

—Sí, de hecho, quiero hablar de ella.

—Oh, Dios. Ya me estoy temiendo lo peor —comentó Foden—. ¿Hay que llamar a alguien?

—A todos.

—Sí, creo que haces bien en temerte lo peor —Grealish suspiró, y se cruzó de brazos.

Aquella tarde, se reunirían en la casa del nativo de Birmingham, y el más joven debía contarles lo que Ava le había dicho.

No había hablado con Annelise desde la noche anterior, le había sentado realmente mal su reacción. No entendía cómo podía justificar ese comportamiento.

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—¿Qué ha pasado? —ni un "hola", ni tampoco un "Buenas tardes" fue lo que recibió Jude en cuanto Lily cruzó el umbral de la puerta.

—Lily, cálmate —Foden puso sus manos en sus hombros, y la abrazó. Podía notar que su corazón iba a mil por hora—. Creo que lo mejor será que nos sentemos, ¿no?

—Si soy sincero, estoy completamente acojonado —mencionó Mount.

—Lo raro sería, que no lo estuvieses —le dijo Sasha.

—¿Podemos ir al grano, por favor? —Johnson se separó de su amigo.

—Fui a verla al bar, tal como os dije —habló Bellingham mirando a los tres que estuvieron con él esa tarde—.  Era un poco reacia a la idea de montarse en mi coche para poder hablar, pero al final terminó accediendo. Estuvimos hablando, me dijo que no debía preocuparme por ella, y...

—¿Y qué, Jude? —Declan le incitó a que siguiese.

—Y... —chasqueó la lengua, y se relamió los labios— Y me contó que Mike había cruzado la línea —absolutamente todos abrieron sus bocas—. Que le pega, y que necesita ayuda para salir de ahí. Me dijo que tú —miró a Lilith— tienes el número de su hermano mayor, que con él será mucho más fácil.

—Jason se va a morir cuando se entere. Y antes matará a ese cabrón; Thomas tiene un par de años menos que Ava, pero también tiene mucho peligro —informó la chica—. No... —apoyó sus codos en sus piernas, y dejó ver una sonrisa amarga— No llegué a pensar que llegaría a ese extremo.

—O más bien, no querías creer que tu mejor amiga estaba en ese infierno —alegó Chilwell.

—Quiero sacarla de ahí —expresó la pelinegra—. Esta noche, no puede estar más tiempo con él. ¿Cómo lo podemos hacer?

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Tres de la madrugada. Ava estaba sola en el apartamento, con el móvil en la mano y dudando sobre si debía llamar a alguien. A quien fuese. Pero justo en ese momento, escuchó la puerta abrirse. Argent levantó la cabeza y miró a su dueña, que notó su sangre congelarse.

—¿Dónde coño estás? —le escuchó decir.

—En la habitación —de pronto, la puerta se abrió de golpe, chocando contra la pared.

—¿No te has ido a zorrear? —una, de tantas, puñaladas en el corazón.

—Sabes de sobra que yo no hago eso, Mike.