Cap. 4 "El Sabor De La Desesperación"

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Blanco y negro, esos eran los únicos colores que podía apreciar con mi vista. No se porque pasaba pero ya ni siquiera podía apreciar el color rojo del gran charco rojo que yacía bajo mi.

Ni siquiera pude percatarme de que ya había caído la noche. ¿Cuanto tiempo había pasado en este lugar? Claro para mi el tiempo se detuvo en el momento donde empezó toda esta desgracia, pero aún me parecía irreal tal cambio de ambiente.

—¿Por qué?–, Era la pregunta que me hacia en voz alta. ¿Por qué me pasaba esto?, ¿qué había hecho mal?, ¿Por qué debía pasar por este tormento? No, la verdadera pregunta era, ¿Por qué razón ella debía sufrir sin tener culpa de nada?

—¿¡Por qué!?–, no podía dejar de repetirme esa pregunta una y otra vez. Esto no era justo, no era justo para ella que ahora estaba en el frío suelo sobre un charco de sangre.

Me sentía mal, tenía mareos y náuseas, sentía un ardor en los ojos, lo más probable es que fuese debido a todo el tiempo que había pasado llorado. No sabía en qué momento había empezado a dolerme la cabeza pero era un dolor muy grande que le ganaría a cualquier migraña, sin embargo, ninguna de esas cosas se comparaba con esta sensación que en mi pecho, era como si algo me quitase el oxígeno, como si ya no tuviese ganas de vivir. Se sentia como un vacío en mi interior que no podría llenar de ninguna manera. .

—¡¿Por qué!?, ¿¡Por qué!?, ¿¡Por qué!?–, Era como sentir dolor pero al mismo tiempo no lo era, parecía ser un tipo de dolor que no desaparecería en mucho tiempo, una forma de dolor que no se podía tratar con medicina, nunca había sentido algo así.

Podía sentir como la desesperación me abrazaba, la tristeza, la oscuridad, todo eso quería salir de mi, un sentimiento de muerte que nunca antes había experimentado.

—¿¡PORQUÉ!? ¡MALDITA SEA!–, No pude evitar maldecir. Si mamá aún estuviese con vida seguro me estaría reprendiendo en estos momentos, odiaba cuando decía malas palabras pero eso no importaba ahora, ella yacía en frente de mí, inerte, sin mostrar alguna señal de que aún vivía, estaba muerta.

Incluso yo, que recién había cumplido 10 años sabía lo que significaba que una persona muriese. Básicamente es como un dormir solo que no vuelven a despertar jamás, podría ser muy infantil incluso para mí edad pero no era tonto, sabía que no volvería a hablar con ella, que ya no la iba a poder ver más, no volvería a cenar con ella durante las noches ni volveriamos a tomar un baño mientras jugábamos a los héroes en la bañera. Ya no podríamos estar juntos.

Este sensación que me invadía cada vez era más fuerte, en cualquier momento sentía que me iba a sofocar, mi pecho iba a estallar y mi corazón saldría volando para así poder acompañarla. Pero la realidad era distinta, eso no pasaría, yo estaba vivo y ella estaba muerta.

—¡MALDICIÓN!–, golpeé el suelo mientras volvía a maldecir pero al hacerlo, el objeto que me dio mi madre como una de sus últimas voluntades escapo de mis manos rebotando en dirección contraria a donde me encontraba. Tenía las manos cubiertas de sangre, esa fue la causa de tal descuido. —¡El dije de mamá!–, Me moví rápidamente para levantarme e ir a buscarlo. No podía perder ese objeto que había sido el regalo final de mamá.

Cuando me puse de pie y camine en dirección al lugar donde el dije había caído, me detuve en seco debido a lo que vi frente a mi. Ya había experimentado esto hace poco, cuando intenté buscar ayuda para ella en otros adultos.

Boku no Hero Academia: El Quirk Maldito (VERSIÓN DESESTIMADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora