Capítulo 36

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Narra Tzuyu

Después de almorzar nos acostamos en la terraza a apreciar el paisaje, amaba los paisajes lindos. Sentía como si pudiera transportarme a diferentes lugares del mundo que aún no conocía y lo mejor de todo es que tenía a mi lado a una persona que amaba los pequeños detalles igual que yo.

-Este lugar es hermoso – dijo Sana mientras acariciaba mis abdominales - es tranquilo, creo que si viviera acá podría tranquilamente leer y leer todas las enciclopedias de libros que tengo guardados.

- ¿Por qué los tienes guardados?

-Son cosas que aún me faltan por hacer, aun no desempaco del todo mis cosas.

- ¿Aún no? Shiba llevas como dos meses en Seúl.

-Lo sé es solo que... - Ella me miró a los ojos –es solo que no suelo quedarme tanto en un lugar o mejor dicho no solía hacerlo. Cuando acepte el trabajo nunca creí que terminaría encariñándome con mis alumnos porque nunca antes había pasado, solía ser la bruja, la vieja de mierda – reí – pero ustedes son distinto – nuestras miradas chocaron – y tampoco conté que terminaría queriendo demasiado a una de esas alumnas, que me obsesionaría tanto con ella, preguntarme porque te tocas el cabello cada vez que estas nerviosa, porque te mordías los labios cuando te hablaba al principio – sonreí – con el tiempo fui encontrando cada respuesta a tus actos Chou pero aún hay una pregunta que no puedo contestarme.

- ¿Cuál? – dije acariciando la piel de su espalda y besando su frente.

- ¿Qué tienes que te hace diferente al resto?

-Soy mujer – las dos reímos – ¡Hey! No te rías, es verdad nunca antes habías estado con una chica.

-Si, pero, esto va más allá del sexo que tiene la persona – Sana se acomodó sobre mi cuerpo y nos quedamos mirando frente a frente – enserio eres diferente – acarició mi rostro – eres más suave, más cariñosa, más amorosa, más porfiada, más llevada a sus ideas, más fogosa. Contigo siempre es algo más.

- ¿Eso es malo?

- ¿Crees que es malo? – sonreí – no sé qué me pasa contigo, no puedo obtener respuesta a las mariposas que aparecen en mi estómago cuando sonríes, cuando me abrazas, cuando me dices que soy hermosa, que solo me quieres a mí y no me puedo aguantar las ganas de comerte la boca cada vez que dices que eres solo mía.

-Es porque es verdad – interrumpí – yo no tengo ganas de nadie más que no seas tu – Sana se sonrojo – no sé qué me hiciste – comencé a acariciar su rostro – a lo mejor fue tu personalidad fuerte la cual no deja que nadie se te acerque más de lo normal, esa personalidad autoritaria que es capaz de poner a tus pies a cualquier persona o ese lado tierno, amoroso que he logrado conocer con el tiempo o ese lado de vulnerabilidad. Donde tienes miedo de que te hagan daño, de no ser amada, pero yo Sana – me senté y ella hizo lo mismo – no tengo ni una intención de dañarte. Eres el ser más hermoso que he conocido – mis manos bajaron a sus piernas – eres hermosa, eres lo que inconscientemente siempre quise que llegara a mi vida.

- ¿Qué querías que llegara a tu vida? – se acomodó en mi cuello y comenzó a darme pequeños besos.

-Alguien que compartiera la misma locura mía – se alejó lentamente y nos quedamos mirando – alguien con quien pudiera complementarme al cien por ciento.

- ¿Esa soy yo?

-Eres eso y más.

- ¿Cómo así?

-Eres mi ángel Sana – noté como sus ojos comenzaron a cubrirse de lágrimas – me salvaste cuando nadie más pudo. Si hubiera seguido teniendo esa vida llena de excesos a lo mejor no estaría acá.

-Cállate – colocó su dedo sobre mis labios – no digas eso.

-Es la verdad, tú sabes la vida que llevábamos – Sana se quedó en silencio.

-No quiero esa vida nunca más – dijo mirándome a los ojos sin casi pestañear – no quiero ni una vida si no es contigo – sonreí – eres todo lo que necesito.

Se lanzó a mis brazos y nos dejamos caer a la montaña de cojines que habíamos colocado para estar más cómodas. Ni siquiera nos estábamos besando, la sola sensación de sentirla a mi lado, de sentir la irradiación del calor de su cuerpo, sus caricias, como las yemas de sus dedos vagaban por mi piel descubierta como si fuera lo más importante para ella me llenaba completamente.

Me gustaría poder expresarme mejor, me gustaría poder decir todo lo que realmente siento dentro de mi corazón, pero se me hace imposible y con el tiempo creo que entendí porque me cuesta tanto poder decirle a Sana que me estaba enamorando de ella y era el miedo. El mismo miedo que sentí cuando me di cuenta que me gustaba, el mismo miedo que sentí cuando me dejó en las cabañas, pero lo peor de todo es que tenía miedo a lo desconocido, a no saber si eso era lo que realmente estaba sintiendo o solo la necesidad de poder decir algo que trata de explicar todo lo que estaba sintiendo ¿Sentirá ella lo mismo?

-Dime que algún día viviremos acá – después de escuchar eso una sonrisa apareció en mi rostro.

- ¿Te gustaría? – pregunté inhalando el aroma de su cabello.

-Me encantaría – dijo nuevamente acariciando mis abdominales – te quiero – dije besando mis labios.

-Yo también te quiero – respondí después de que el contacto había terminado.

-Entonces... ¿Te escucharé cantar el lunes? – sonreí.

-Si, creo que sí.

-Me parece muy bien. Ya era hora de que mostrara tus talentos Chou.

- ¿Qué? Yo creía que había sido muy clara en mis talentos – comencé a moverme hasta dejar a Sana debajo de mi cuerpo.

-Mmm bueno... creo que aún no me queda del todo claro sabes – sus manos se fueron a mi espalda y desataron el nudo de mi traje de baño - ¿Crees que podrías ser la profesora en estos momentos?

- ¿Papeles invertidos? – sonreí y me acerqué a sus labios – me encanta.

-Me encantas tu – no alcancé a responder cuando ya tenía los labios de Sana sobre los míos.

Sessions Of Love (Satzu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora