-Hola, pasaré a recogerte en el lugar que me dijeron.
-Hola, de acuerdo. ¿ya realizaste los pagos de los servicios?
-¡si claro! Ya hice las transferencias, puedes revisar.
-los servicios como sabéis son por hora. ¿cuantas horas has cancelado?
-Pagué 744 horas...
-¿perdón? ¿7 o 4 horas? No escuche bien.
-he pagado 744 horas por tus servicios.
-¿744?
-si...
-(silencio)
-... ok ¿necesitaré pasaporte? ¿a que país quieres ir?
-iremos a Francia, no es necesario que sepas hablar francés, quizás lo básico para cuando haya que ir a cenar o algo así, de resto sólo estaréis conmigo.
-de acuerdo, igual sé hablar francés a la perfección, haré mi equipaje y estaré en el sitio a las 8:00 pm.
-ok.
Ese fue el día que decidió hacer la llamada, había pasado un mes entero planificando el viaje, escogiendo destinos, pensó en diversas opciones, Italia, Estados Unidos, la Republica Checa, o incluso no salir de España, pero se había decido por Francia en la ultima semana antes de la llamada. El país no importaba, tampoco el dinero, 74mil euros no es nada cuando eres millonario. Pero había decido ir a Francia porque era uno de los pocos países en donde no tenía muchos amigos. Sólo conocía a uno, quien era uno de los clientes más fieles de la empresa, aquél amigo que era francés y dos mujeres francesas que había conocido en una cena en Budapest.
Nunca antes había pagado por los servicios de una prostituta, era muy rico y cuando se es muy rico, todo es fácil de obtener, incluso el sexo, sin necesidad de pagar nada; los lujosos departamentos, los autos, la ropa costosa, las grandes cenas, las fiestas estrafalarias donde asistían personalidades importantes, como cantantes, escritores, políticos, empresarios. Todo eso pagaba las noches de sexo con chicas hermosas, unas gracias a los genes heredados de sus padres y otras gracias a las manos y el bisturí de algún cirujano plástico.
Nunca le hiso falta eso, perdió la cuenta de las damas con las que repetía las mismas escenas eróticas. Porque el sexo siempre es igual, el mismo acto, los mismos movimientos, las mismas caricias, en los puntos exactos para activar las hormonas indicadas que encienden los cuerpos, del mismo modo que botones encienden algún aparato electrónico.
Ella, la prostituta, la dama que ofrecía su cuerpo a cambio de dinero para ganarse la vida, seguro usaba uno, dos, cuatro, o incluso diez nombres falsos, porque su identidad siempre debe ser protegida. En el Catálogo digital de prostitutas. Sí catalogo, se encontraba en la sección de mujeres pelirrojas y de piel blanca. Como un producto que compras en la red, podéis elegir el color de piel, el tipo de cabello de tu preferencia, si deseas que sea delgada, o un poco gorda, con bello púbico o lampiña, cualquiera que fuese tu deseo, en el catalogo seguramente encontrarías el producto adecuado a tus exigencias sexuales, desde brasileñas, asiáticas o mexicanas, allí hay de todo tipo, de todos los colores, y de todos los tamaños.
Y como todo producto que se vende a un publico determinado, también existen los precios, que en estos casos varían según ciertos criterios, una hora con una joven de 20 años vale tres veces más que con una mujer de 30. Pero cuando estas dispuesto a satisfacer tus más ocultos deseos, el precio no importa.
Luego de pasar horas o quizás días escogiendo el producto de tu mayor gusto, pagas y el producto llega a tu habitación de hotel, o a tu casa, o a donde quiera que quieres que llegue, como un paquete que pides a cualquier destino.
ESTÁS LEYENDO
EL CÓDIGO ROSA
General Fiction"Laure, una joven dama de compañía, que comercia con el placer por horas, ve su vida dar un giro inesperado cuando es contratada por un misterioso cliente para un viaje que durará exactamente 744 horas. Este viaje se convierte en un trayecto de auto...