Llegué a Madrid una tarde de abril, era la primera vez que salía de Bélgica, era mi primer trabajo oficial como intérprete, el español era uno de los mejores idiomas que se me daba desde que comencé en la academia. La Srta. Lady Blue se despidió con cariño, sabíamos que ambas nos echaríamos mucho de menos, nos habíamos convertido prácticamente en madre e hija. Me sentía como cuando los hijos se cambian de ciudad y deben dejar la casa de sus padres por irse a cumplir con sus estudios universitarios.
Tenía el entusiasmo a borbotones, aunque con la tristeza de dejarla, pude partir y llegue a la ciudad española para dar lo mejor de mí, ubique el apartamento, me instale. Recuerdo llamarla para decirle que todo estaba en orden, que el apartamento me encantaba, que al día siguiente empezaba en la empresa como intérprete y que prometía visitarla al menos una vez cada año. Esa fue la última vez que tuve contacto con aquella madre sustituta.
Al día siguiente debía presentarme a las ocho de la mañana en una pequeña oficina. Me recibió un hombre alto, de cuerpo robusto y de mirada intimidante llamado Bordat Aizkolegui. Me pregunto por el viaje, si había descansado, que cuantos idiomas manejaba, le dije que sabía hablar perfectamente ocho idiomas.
Me ofreció un vaso de agua en medio de la entrevista, lo bebí con confianza, de pronto empecé a notar que no entendía lo que me estaba diciendo, su voz se oía lejos, como con ecos, solo recuerdo ver que empezó a sonreír, me sentí mareada y me desmayé.
Cuando desperté, estaba en otro sitio, en una cama. Me habían cambiado de ropa, tenía puesta una bata de seda color rojo, estaba sin ropa interior, miré alrededor, era una casa muy lujosa, pintada en tonalidades rojas, muy oscura para ser una casa de familia, era otro sitio definitivamente. Sentí miedo, algo extraño estaba sucediendo, me habían raptado. Salte de la cama para salir de la habitación y me di cuenta que tenía una especie de pulsera de metal en el pie, con una cadena que estaba sujetada a la cama, sentí pánico, las lágrimas empezaron a caer sin cesar, no lograba gritar, empecé a respirar agitadamente, eso no me podía estar sucediendo a mí. No sabía qué hora era, no entraba la luz, las ventanas estaban cerradas había unas cortinas gruesas que no permitían la entrada de la luz, no sabía si era de día o de noche.
Después de un par de horas se abrió la puerta y apareció el hombre de la entrevista, con un cigarro en una mano y un plato con comida en la otra. Salté a la cama y me cubrí con las sábanas.
-parece que alguien no te quiere mucho. Me dijo sentándose en un sofá cerca de la cama.
-quien eres.
- ya me presenté, mi nombre es Bordat y el tuyo es Laura.
-porque me trajiste aquí, no me hagas daño por favor, le dije empezando a llorar.
-no llores, primero comerás, han pasado cinco horas desde que te traje, ya es hora de comer. Y no tengas miedo, la pasaremos muy bien.
-no me hagas daño por favor.
-el daño no te lo hice yo, te lo hizo quien te envió a España.
-La Srta. Lady Blue no me haría esto.
-come, ya no tiene caso, ahora me perteneces Laura.
-no me llames por mi nombre, no te conozco.
-come, me iré a fumar a mi ático.
Bordat dejó sobre la cama la comida y se fue. Comí desesperada porque moría de hambre. Luego un poco más calmada empecé a tocarme, me di cuenta que no habían abusado de mí, solo estaba sin ropa interior, aun así, el miedo de la situación no desaparecía.
Me sentía como un animal, atado dentro de su jaula, al que le llevan comida. Empecé a pensar acerca de lo que había dicho el hombre, sobre que alguien no me quería mucho, no entendía quien, nunca había tenido enemigos, ni enemigas en la academia. La única persona que sabía sobre mi viaje, era la Srta. Blue.
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EL CÓDIGO ROSA
Narrativa generale"Laure, una joven dama de compañía, que comercia con el placer por horas, ve su vida dar un giro inesperado cuando es contratada por un misterioso cliente para un viaje que durará exactamente 744 horas. Este viaje se convierte en un trayecto de auto...