Cupcakes

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«¡Perdón por dormirme! Gracias por tu ayuda. De verdad. Me salvaste»

Jackson despertó a las 11 am con el mensaje de Liam. Miró la hora en el celular y gruñó con descontento. Estaba debajo de las suaves y frescas cobijas blancas que despedían un ligero aroma a jabón y suavizante de lavanda. Se rascó el hombro desnudo. Había llegado a casa esa mañana, se había quitado la ropa y metido bajo las mantas quedándose dormido de inmediato. Levantó la cobija volteando hacia abajo para mirar su erección matutina cubierta por la delgada tela de sus bóxers de lycra SAXX. Se llevó la mano hasta ella y la sostuvo suspirando. Arqueó la espalda y extendió hacia arriba el otro brazo, estirándose. Su cabeza hundiéndose en el almohadón sobre el que estaba posada. Contempló la idea de masturbarse, pero la descartó cuando después de frotar su pene un par de veces por encima de sus bóxers, no sintió en la pelvis el típico cosquilleo que generaba la mayoría de sus erecciones. Tomó su celular y respondió el texto de Liam rápidamente.

«Eres un cobarde. Me alegra haber ayudado» enseguida revisó las aplicaciones de sus redes sociales y mensajes personales. Era sábado. Seguro podría conseguir hacer algo interesante ese día después de terminar de entrenar. No era demasiado tarde para darse una ducha rápida e ir al gimnasio. Mientras revisaba sus mensajes ignoró casi todos. La mayoría provenían de personas que ni siquiera conocía, enviando mensajes de amor, ánimos, deseo o fotos lujuriosas; no es que las odiara, simplemente no estaba de humor.

'Entusiasmado de encontrarme hoy por la tarde con el Realtor más cool y sensual de toda América, mi amigo @JaxxxCavangh' leyó en su cuenta de Twitter de parte de un cantante de música pop que había conocido por medio de internet, con el que un tiempo atrás, agendó una cita para esa tarde. Se palmeó la frente. Tenía más de un mes que había concordado esa cita y por algún motivo lo olvidó por completo. Definitivamente no podía culpar a Liam. Él ni siquiera estaba en la ecuación cuando sucedió eso. Gruñó. Se suponía que era una cita profesional pero estaba completamente seguro que no terminaría en eso. Revisó la última conversación privada que tuvo con él para descubrir que no había respondido al último par de mensajes. Scrolleó hacia arriba con la intención de encontrar el lugar y la hora de la reunión. Recordaba vagamente que sería en un restaurante en Santa Bárbara, ¿o era Santa Mónica?... "Trois mec & petit trois" leyó rodando los ojos, obviamente, era uno de los restaurante más exclusivos de la ciudad, y sí, estaba en Santa Bárbara. Horario: 6pm. Tenía tiempo. Un nuevo mensaje de Liam tintineó en la pantalla.

«Te debo una, en serio. Fue muy amable de tu parte» Jackson arqueó los labios hacia abajo mirando de soslayo a la nada. No tener que lidiar con el sarcasmo de su asistente era un poco surreal, como de otro mundo. Aventó el celular a la mesa de noche contigua y haciendo fuerza en su abdomen se inclinó hacia delante para salir de la cama con destino a la ducha.

Ya en el gimnasio Jackson recordó que tenía un cita a las 12pm al día siguiente. Después de terminar su rutina de abdominales y recobrar el aliento decidió recordárselo a Liam por medio de un mensaje.

«Yo no soy tu asistente, pero te recuerdo que mañana a mediodía tenemos una cita en North Hollywood. No vayas a la oficina. Pasaré por ti. Prepara lo que te pedí, por favor» menos de diez segundos después recibió como respuesta el gif de un soldado evidentemente homosexual, saludando al tiempo que la frase "YES SIR", parpadeaba en medio del corto video. Jackson había decidido recogerlo ya que la casa de Liam estaba de paso, y el lugar al que irían mucho más cerca de Burbank que de Beverly Hills, además no quería pararse en la oficina, Liam había preparado todo lo que necesitaba.

Caminó hasta la máquina squat hack y ajustó el peso que complementaría su rutina. Se colocó debajo de la prensa en posición contraria a lo que sería habitual para hacer una serie de sentadillas invertidas, y acomodando sus hombros debajo de las almohadillas, inició. Se agachaba y se paraba tratando de mantener la espalda lo más recta posible, alternando la posición de sus pies para trabajar cuádriceps y glúteos según fuera el caso. Su cuerpo sudando, humedeciendo su camiseta negra fit dry de Nike que marcaba los músculos de su espalda y abdomen bajo la mirada de un par de personas que lo contemplaban mientras bebían agua. Su pantalón deportivo gris ajustándose aún más cada vez que se agachaba; mientras respiraba acompasadamente apretó los ojos, el dolor en sus músculos apareciendo gradualmente y aumentando su intensidad con cada repetición. Con una mueca de dolor dibujada en el rostro, después de varias decenas de repeticiones, empujó hacia arriba una última vez antes de que sus músculos se bloquearan. Soltó un gemido involuntario. Exhalando ruidosamente y haciendo un esfuerzo considerable salió de la hack tratando de recuperar el aliento. Con la espalda recta se inclinó colocando las manos sobre sus rodillas, empujándolas hacia atrás para estirar los músculos que recién había trabajado, al tiempo que una gota de sudor resbalaba desde su frente por todo el puente de su nariz, donde al llegar a la punta, lo abandonó cayendo al piso consecuencia de la gravedad. Todavía agitado se volvió a erguir relamiéndose los labios, colocó las manos en su cadera encorvando un poco la espalda y sacudió las piernas alternadamente. "Sin dolor no hay recompensa", repitió en su cabeza mordiéndose el labio inferior, su respiración comenzando a recobrar su ritmo normal; a eso se reducía su vida, a un montón de sacrificio que acarreaba consigo ganancia. Tenía una vida fantástica, estaba seguro de ello, aún así no podía saber por qué había días que sencillamente la odiaba. Todo el jaleo de ir y venir, las citas, las vueltas, las incontables horas de negociación, las sonrisas falsas, las risas fingidas, la pretensión inquebrantable de que te agrada un cliente al que en realidad apenas puedes tolerar. Regresar a casa a una habitación vacía, después de encontrarse con tantas personas que no le interesaban, a veces era la mejor parte de su día. No era del tipo dependiente que anhelara el abrazo de una pareja en los tiempos difíciles. La última relación remotamente romántica que había tenido, como las anteriores, simplemente se diluyó. Era muy complicado para él mantener una vida sentimental saludable dadas sus obligaciones y hábitos. Tal vez por eso su relación con Sebastian funcionaba tan bien. No tenía compromisos con él, se llevaban bien y el sexo era bueno. En Sebastian había encontrado a una persona apropiada a una edad determinada que llenaba las expectativas que necesitaba satisfacer, lo que los demás esperaban de él. Sebastian era atractivo, popular, tenía dinero y un nombre reputable. Por esa razón era su compañía perfecta... su pareja designada. El hombre que se colgaba de su brazo en los eventos sociales y que sonreía alegremente luciendo perfecto sin tratar demasiado. Y Sebastian... Sebastian no tenía que hacer nada, solo divertirse, seguir siendo él mismo y tomar lo que fuera que deseara su corazón... justo como estaba acostumbrado.

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