Unfriended

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En la habitación de Liam, un travieso y cálido rayo de sol se colaba por la ventana impactando directamente su rostro. Sus párpados aletearon suavemente, su mente poco a poco recobrando consciencia de sí misma. De pronto, embistiéndolo como un guepardo a un venado distraído, la realidad lo despertó haciéndolo saltar como un resorte. Abrió los ojos hasta el límite de su capacidad llevándose una mano a la boca. Un sabor desagradable impregnando su lengua y una punzada de dolor atravesándole la cabeza. Su estómago se revolvió de inmediato y una arcada se formó en su garganta. Se quitó las cobijas de un solo movimiento y brincó fuera de la cama corriendo al baño dentro de la habitación. No alcanzó el inodoro. En su lugar, sosteniendo el lavabo con ambas manos, vomitó abundantemente el contenido de su estómago. Era amarillo, espeso y amargo. Gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas hasta el mentón debido a la presión en la cabeza producto de las arcadas. Su estómago contrayéndose con violencia cada pocos segundos.

Después de algunos minutos, cuando estuvo seguro que su cuerpo no volvería a traicionarle, se lavó los dientes y se quitó la ropa para entrar en la ducha. Era más de mediodía, pero eso él no lo sabía. Solo sabía que vestía la misma ropa de la noche anterior, que apestaba a sudor y que el dolor de cabeza solo empeoraba su estado emocional. Sí, por supuesto que recordaba absolutamente todo. Sabía que no había sido un sueño o una alucinación. Debajo del chorro de agua se llevó las manos al rostro encendido de color escarlata. No podía creer lo que había hecho. De todo lo que había pasado la noche anterior, lo que lo enfermaba como cáncer a los huesos, era el recuerdo de haber caído de rodillas dispuesto, como un maníaco, a tomar a Jackson en su boca.

¡¿Qué mierda sucedió con él?!, ¡¿Por qué se había portado como un animal en celo?! Lloriqueó debajo del agua con ambas manos sobre la pared frente a él. -¿Qué voy a hacer? - dijo para sí mismo en medio de un quejido tembloroso. Gimió desesperado al tiempo que sacudía levemente el cuerpo de arriba abajo. Terminó de ducharse rápido y salió con urgencia del baño, ni siquiera se había secado apropiadamente. Llevaba una toalla alrededor de la cadera y dejó un rastro de agua de camino a la habitación. No podía esperar. Tenía que convocar a Miranda.

«Ven, te necesito» esas palabras nunca eran pronunciadas sin una buena razón que las justificara.

«Voy para allá» respondió su amiga en menos de cinco segundos. No esperaba menos de ella. Se talló la cara con vehemencia. Tenía ganas de llorar pero no podía. En ese punto quería poder, pero simplemente no salía. El llanto se le atoraba en el pecho, y al no escalar a su garganta le producía una sensación de opresión que lo frustraba y desesperaba.

Menos de una hora después, Miranda ya estaba en su habitación observándolo consternada. Liam solo la miraba mortificado, sentado en su cama; vestido con un pijama de Bob esponja y sin atinar a comenzar con la conversación. Inhaló profundamente reuniendo todo el valor del que pudiera hacer acopio en una sola aspiración, y así, con voz gangosa e infantil, procedió a decir lo primero que le vino a la mente.

-Hermana... ¡Soy una zorra! ¡Aaaagggghh! - exclamó echando la cabeza hacia atrás, apretando fuertemente los ojos. Miranda no pudo reprimir una risa confundida.

-¿Qué?, ¡¿Por qué?! - se sentó junto a él tomándole el hombro con ambas manos, sacudiéndolo con el fin de que reaccionara y dejara de lloriquear. Liam estaba muy avergonzado. Se tapó el rostro con los antebrazos.

-Anoche... yo y... yo y... Shaxxx - ni siquiera podía pronunciar su nombre correctamente, pero Miranda entendió perfecto, de inmediato.

-Ajá. Tú y Jackson - peló los ojos cuando se dio cuenta de las implicaciones de lo que Liam estaba tratando de confesarle -Tú y Jackson... - susurró, incrédula y estupefacta. -¿Lo... hicieron...? - preguntó con cautela. Debía haber alguna clase de error, es decir, desde cuándo esos dos se traían algo.

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