Needle

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—No te puedo llevar, pero te pedí un Uber - le había dicho el martes, un día después de la conversación que se diera lugar en el automóvil. El día había terminado y una de las decisiones que tomó fue que los largos viajes a casa de Liam, las comidas después del trabajo, las conversaciones personales y la convivencia meramente social estaban fuera de los límites. 

—No es tu obligación pagar mi Uber. No lo vuelvas a hacer. Gracias - y había salido de la oficina. Sí, la perra estaba furiosa. Si Jackson había dibujado una línea entre ellos con pintura blanca, Liam la había remarcado usando pintura negra. Y así como ese día, procedieron los que le siguieron por más de una semana. Los días eran aburridos, largos y silenciosos. Los tiempos de recorrido en auto, los cuales solían ser la parte más divertida de la jornada, se habían reducido a conversaciones estrictamente relacionadas al negocio, a Liam escuchando música con los audífonos puestos y a comidas rápidas con los celulares en mano eludiendo interacciones innecesarias. También evitaban mirarse el uno al otro, pero por razones distintas: 

Liam estaba enojado, herido y aunque odiara admitirlo, triste. Tenía una sensación de pérdida que no podía remediar. Todas las tardes, al finalizar sus días de trabajo le llamaba a Miranda y desahogaba con ella su coraje. No mostraba tristeza, porque la tristeza es vulnerable, así que como mecanismo de defensa todo lo que mostraba era enojo. Miranda lo sabía, Jackson lo intuía, el único que no parecía consciente de ello era él. Rehuía el impulso de mirarlo de la forma en la que lo hacía antes porque cada vez que lo miraba algo que le causaba escozor se removía dentro de su pecho. No sabía exactamente cómo se sentía, quizá traicionado era una buena manera de ponerlo. Se enojaba consigo mismo cuando a veces, al escucharlo reír, le daban ganas de llorar. No veía en él rastro de culpa o afectación. Todo él era el mismo hombre que había visto desde la primera vez, impoluto, autosuficiente, seguro de sí mismo y resolutivo. Con la distinción de que ahora era cordial, mas no amistoso; y aquella característica que más lo había sorprendido de él, que era accesible a pesar de parecer inalcanzable; había desaparecido. Lo extrañaba. La noche en la que su padre le llamó para mentirle, diciéndole que lo vería pronto, lo extrañó incluso más que otros días. La vida una vez más le reafirmaba que era prescindible, reemplazable y fácil de olvidar. Hubiera sido agradable poder decir que no le importaba, pero la realidad era que le dolía mucho.

Por otro lado Jackson era evitativo también; sin embargo en su caso, el motivo principal era que mirarlo evocaba el anhelo que sentía de ponerlo en cuatro y follarlo hasta quedarse sin energías para respirar. Había momentos en los que no podía controlar sus ojos y se encontraba a sí mismo admirando la espalda de Liam en contra de sus mejores intereses, y lo único que podía pensar era en las ganas que tenía de hundir el rostro entre sus nalgas. Estaba permanentemente excitado, 24/7, y para el jueves de la segunda semana no solo cuestionaba constantemente su cordura, sino que perdía de vista todas sus resoluciones. No tenía la menor idea de cómo podría seguir sobrellevando esa situación. El deseo era obstinado y el hábito de tocarse recordando su encuentro y dibujando otros escenarios estaba tan establecido que ya ni siquiera sentía culpabilidad. Comenzaba a considerar el darle algunos días libres, tal vez no verlo le ayudaría en algo. Le hubiera gustado pensar que seguía firme en su decisión, pero a esas alturas del partido ya no sabía nada de la vida. Entendió que estaba pasando un periodo complicado en sus funciones sexuales, por lo que, considerando las consecuencias de la testosterona impactando su voraz apetito, decidió reunirse con Sebastian el fin de semana anterior. Fue un total desastre desde el inicio. Generalmente eran muy directos. Se conocían bien y sabían cómo, dónde y cuándo, la variabilidad era el cuánto, pero eso no representaba un problema; no obstante esa noche que se vieron fue aburrida, mecánica. Desde el primer beso todo lo que pudo pensar fue: "No es perfecto", no como aquel primer beso que había compartido con Liam. 

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