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Cuando la luz amenaza con atravesar las cortinas que JongIn se ha esmerado en mantener bien cerradas, el cuerpo del muchacho de veintidós años se estremece bajo las sábanas. Usualmente a JongIn le gusta la primavera, porque le gusta salir a dar largas caminatas por los parques de la ciudad, disfrutar de un día soleado y dejar que su piel se nutra con su calor, además de que se detiene de vez en vez a observar las nubes blancas que adornan el esplendoroso color azul celeste en lo alto.

Pero algunos días como ese, en las mañanas específicamente, JongIn desearía quedarse dormido un poco más, la universidad le está cansando demasiado últimamente y además se ha conseguido un trabajo de medio tiempo, el tercero en el año; por lo que llega cansado y ansía que el fin de semana le haga una visita para dormir ㅡsegún élㅡ hasta muy tarde.

Pero lo cierto es que cuando el día sábado llega, sus ojos se abren en automático a determinada hora de la mañana y se da cuenta de que la vida de adulto ㅡy sus preocupacionesㅡ lo han alcanzado finalmente.

Patalea un poco como un niño pequeño, aprieta los ojos como si con ello pudiera volver a quedarse dormido, pero su cerebro comienza a trabajar diligente recordándole que debe hacer el aseo del pequeño departamento en el que vive ㅡque es más bien como un cuartoㅡ y debe lavar toda la ropa que se ha ido acumulado en la silla a lo largo de la semana.

Es entonces cuando escucha un sonidillo singular, JongIn suspira y esboza una diminuta sonrisa en sus pomposos labios cuando el sonido se repite, cada vez más cerca de su oído y disfruta de ello por un instante, antes de abrir finalmente los ojos y rendirse a la vida cotidiana y también a la belleza de su encantador gato.

El felino cuyos cabellos son cortos pero sedosos, se deja caer con gracia al lado de su cara, no sin antes haber recorrido su torso cubierto por las sábanas con sus patitas, caminando sobre su pecho a sus anchas mientras meneaba la cola de un lado a otro.

JongIn observa como el gato se voltea por completo y le muestra descaradamente el asterisco para después acomodarse al lado de su cara, sin importarle que la cara del muchacho se vea afectada por su cola.

ㅡ Buen día para ti también, Sirius.ㅡ JongIn sonrió mientras escuchaba el constante ronroneo de su mascota, que lo observaba con curiosidad.

Y quizá deben estar pensando que con sus ánimos de salir a correr o a dar largos paseos, JongIn debería optar por tener un cachorro, un perro que lo acompañara fielmente en sus travesías. A JongIn le gustaban los perros, por supuesto, pero las cosas había sucedido simplemente de esa manera.

El muchacho de piel morena no había imaginado que llegaría a tener una mascota, ni siquiera eso, su estancia en la ciudad desde que había entrado a la universidad se reducía en escuela, correr al trabajo, comer, dormir, hacer tareas, practicar su acento y buscar trabajo.

White heart, black ears ❀ KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora