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La hora favorita del día de Kim JongIn siempre era justamente antes de que éste terminara, era cuando pese a que se sentía bastante cansado, sabía que era momento de relajarse.

Así que después de haber aprovechado el día para lavar todo lo que pudo, se había puesto a cocinar algo sencillo para disfrutar en el sillón, acurrucado entre los mullidos cojines, sentándose y estirando el cuello para escucharlo tronar con ligereza.

JongIn había observado a Sirius pasearse por sus pies, tallándose con suavidad sobre ellos para llamar su atención, para hacerlo reaccionar y recordarle que él también tenía hambre.

Si el moreno no reaccionaba a tiempo como ese día, el gato comenzaba a quejarse a base de maullidos ligeros, dándole la queja de que tenía hambre y con una mirada un tanto retadora, como advirtiéndole que si no lo alimentaba, buscaría la manera de salirse por la ventana para ir al jardín diminuto de la vecina y comer un poco de pasto.

JongIn había encontrado a Sirius comiendo pasto un día que regresaba de la escuela, casi recién de que lo había adoptado, se había quedado dormido y había salido corriendo, por lo que no recordó dejarle la comida servida.

Así que cuando el gato vomitó sobre el sillón, JongIn suspiró cansado y aprendió la lección, no debía dejar de alimentar al gato, para que éste no fuera a purgarse allá fuera o a buscar comida de dudosa procedencia, como hacía unos meses, cuando llegó muy tarde del trabajo y el gato había comido carne. Sirius se había enfermado y JongIn lo había llevado a la clínica donde su amigo BaekHyun funcionaba como pasante.

BaekHyun lo regañó y le dijo que debía tener más cuidado, por suerte no le había salido tan caro el asunto, aunque también se sorprendió cuando el bajito le comentó que Sirius le daba una sensación extraña cuando lo acariciaba.

Sabía de antemano que los gatos no eran dados a que cualquier persona los tocara, ellos siempre elegían cuando necesitaban una caricia, sin embargo, la mirada del gato con su dueño era más que amable, demasiada gentileza en el brillo singular de sus ojos, en esa peculiar forma en que parecía detenerse a mirar los rasgos de JongIn.

El gato siempre estaba cómodo en sus brazos a toda hora y en todo momento, sin importar que fuera JongIn quien iniciara el contacto físico y también permanecía con él, no como la mayoría que después de un rato se quitan y se van a buscar un sitio más fresco.

Se lo había comentado a su amigo y JongIn había rechistado, porque no quería escuchar las alucinaciones de su amigo, como cada vez que le decía que había estudiado sobre los híbridos, para satisfacer sus necesidades de afecto, puesto que se había hecho novio de uno.

A JongIn aquello le parecía demasiado extraño y aunque no criticaba a su amigo, no decía lo que pensaba realmente y tampoco quería definirse, simplemente le agradecía por los chequeos a Sirius de vez en cuando y le remuneraba en lo que podía.

ㅡ Oh Sirius, tu comida, ven... vamos a comer ㅡ JongIn extendió la última palabra con gracia mientras se levantaba del sillón y se dirigía a la cocina para tomar el plato de su bebé, para después vaciarle un poco del sobre de comida que se había dado el lujo de comprarle porque acababan de pagarle la quincena. ㅡ Ahí tienes, mi amor. Ahora deja que tu papi vaya a ver una película, ¿está bien?

JongIn colocó sus manos en la cintura y observó al gato por unos segundos, mientras éste le regresaba la mirada y después se disponía a probar sus alimentos. El moreno pensó entonces que SeHun tenía razón, estaba fuera de control.

ㅡ Debo estar muy loco para hablar con mi gato. ㅡ JongIn suspiró y regresó al sillón para sentarse y ponerse a ver la televisión.

Cuando Sirius terminó de comer, el gato caminó con sutileza, con esa elegancia al mover sus patitas; brincó al sillón en donde JongIn había terminado acostado y se subió por su pierna hasta llegar a su pecho. El felino le amasó el pecho con sus garritas y JongIn gimió repentinamente, puesto que le había encajado las uñas en el pecho.

El moreno se giró para observar los grandes ojos oscuros del gato que lo veían con gesto demandante y se mordió el labio inferior.

ㅡ ¡Yah! ¿Por qué me encajas las uñas? ㅡ JongIn preguntó indignado y el gato se limitó a seguir amasando su pecho antes de acomodarse sobre él, ronroneando para su dueño.

JongIn sonrió y decidió que era hora de los mimos, por lo que se dedicó a acariciar con la diestra al felino mientras su mirada se desviaba hacia el televisor una vez más.

ㅡ Nadie va amarte más que JongIn, Sirius, eres afortunado. ㅡ JongIn murmuró en voz baja, con cierto sentimiento impreso en su timbre vocal. ㅡ Así que ámame sólo a mí a cambio, ¿está bien? No seas como esos gatos que tienen dos familias. No me engañes, por favor.

El ronroneo de Sirius se hizo notar, el gato cerró los ojos ante las caricias de su dueño y JongIn disfrutó el sonidillo que provocaba, le gustaba la hora de los mimos, porque Sirius lo mimaba con su lengua algunas veces como esa, cuando se sentía plenamente confiado y le lamía la mano por completo, como si lo bañara también.

JongIn quería creer que aquella era su respuesta, que sin importar que en la vida real el muchacho fuera malo para relacionarse con las personas, por muy guapo que dijeran que estuviera, a JongIn le entraba un poco el pánico cuando hablaba con personas, no era bueno coqueteando y mucho menos respondiendo a coqueteos.

Había tenido una novia a los doce, una vecina, que le había dicho que era muy guapo y quería casarse con él. JongIn había aceptado y se habían dado un beso, pero se había puesto tan colorado que se había desaparecido por una semana, se había escondido por pena y la muchacha había decidido que era demasiado extraño como para que fuera su novio.

Su repentino gusto por los libros ㅡen específico Harry Potterㅡ había hecho que la mayoría lo tratara de freaky y él se había interesado más en sumergirse en un mundo de ensueño que en preocuparse si es que su compañera se besaba con el chico del otro salón en los recesos.

A JongIn le había besado un chico al finalizar la preparatoria, un amigo suyo se había declarado y le había dado el que pensaba era el beso mejor dado de su vida, a JongIn le temblaron las manos esa vez y se sintió escandalizado porque le regresó el beso, le había gustado mucho y se había quedado con ganas de más, porque su amigo se mudaba y no volverían a verse en mucho tiempo.

La vida amorosa de JongIn se reducía a un par de besos y caricias que habían quedado en lo profundo de su cabeza, por eso cuando se mudó a Seúl para estudiar artes escénicas, pensó que todo mejoraría.

JongIn era atractivo, él lo sabía, pero su boca no le ayudaba mucho, tampoco sus nervios y la ansiedad de saber si estaba haciendo algo bien o si la otra persona ya se había enfadado de hablar con él.

Por eso había terminado ahí, en aquella pequeña habitación, acomodando las sábanas de su cama para ponerse a dormir e iniciar de nueva cuenta una semana pesada, hablándole a su gato como si fuera su persona más especial y dejando que el mismo se acostara a su lado para dormir.

A final de cuentas, si nadie fuera de esa burbuja lo quería, JongIn quería pensar que Sirius le era fiel, que lo quería y que era especial para el gato.

JongIn no tenía idea de lo especial que era para Sirius.

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Gracias por darle una oportunidad.

Alguna vez tuve un gato negro llamado Sirius, lo quise muchísimo.  

White heart, black ears ❀ KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora