Capítulo 7.

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La situación era incómoda. Juntar exs no es el mejor plan. Sin embargo, aunque Shikamaru y Gaara tenían expresiones de molestia, no entendían como Sai podía sonreír tan calmado. El Sai de hace unas horas no era el mismo Sai que estaba con ellos en ese instante.

—¿A ti qué te paso? —preguntó Shikamaru, con una expresión de cansancio. Naruto estaba tardando en llegar y eso que debería estar en su oficina.

Sai iba a dignarse a responder, pero la puerta fue abierta al instante, mientras Hinata dejaba unos cuantos papeles sobre la mesa y Naruto entraba algo encogido. El trabajo cada vez hacía que estuviera más cansado, Hinata sonrió amable a los invitados no muy deseados y cerro la puerta al salir. Un suspiró salió de Naruto, sentándose en su silla. Mirando a los hombres frente él.

—Lamento haber llegado sin avisar. —comenzó Sai. — Pero al menos me sirvió para reencontrarme con mí hijo. —los demás soltaron una exclamación. — Inojin.

—Así que te diste cuenta. —complentó Naruto. — Sí, fue extraño cuando me enteré, pero es un gran artista. A su manera.

Gaara y Shikamaru seguían mirando a Sai de manera extraña. Cómo si el hombre fuera alguna clase de ilusión de ambos, lejano a la realidad. ¿En qué momento y cómo, es que él se había cruzado con otra persona? No es que fuera imposible, pero con lo frío y distante que era, hasta incluso parecía extraño creer en la relación que mantuvo con Naruto.

—Entonces Naruto. ¿Quién es el padre de Boruto? —preguntó Shikamaru, ya harto de dar tantas vueltas en al asunto.

Gaara espero expectante la respuesta, incluso la curiosidad de Sai puedo con él, como para estar atento a la respuesta del rubio.
Naruto suspiró.

—Ninguno de ustedes. —aclaró. — ¡Ahora olviden el asunto! —exclamó ya alterado de la situación.

—¿Qué? Esa no puede ser una respuesta. Y tampoco es la que quiero. Boruto tiene la misma edad de la última vez que nos vimos. —atacó Shikamaru, mirando con seriedad al rubio. Gaara asintió de mala gana. — Necesitamos un examen.

—¡Joder Shikamaru! —gritó Naruto. La situación le ponía demasiado tenso, ahora entendía que esos tres habían llegado a la aldea por culpa de algún chismoso o chismosa. — No lo son. Ninguno de ustedes. Es más complicado.

El hombre de coleta suspiró, llevándose ambas manos a la cabeza. Debía admitirlo, realmente quería creer que tenía un hijo al cual conocer y con quién viviría nuevas experiencias. Tal como las había vivido con su padre, un saber agridulce lo consumió.
Gaara por su parte aún con la cara seria y la mirada pérdida, parecía querer vacilar.
Tenía ganas de saber que se sentía proteger a un ser pequeño del mundo, protegerlo de todo el daño que él mismo recibió. Aunque claro, Naruto ya había hecho esa parte del trabajo y lo había hecho bastante bien.

—¿Quién es el otro, Naruto? —preguntó, con una voz ronca por el tormento de emociones interiores.

El rubio parecía tan cansado de la situación, pero ahí estaba, para los ojos analíticos de esos hombres no paso de ser percibido el hecho de que estaba ocultando algo que realmente lo dejaba mal.

—De un idiota estúpido que vino y se fue. —respondió, acomodando unos papeles sobre la mesa con algo de molestia.

—¿Era un turista? —preguntó Sai.

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Boruto caminaba de un lado para el otro, Mitsuki le seguía de cerca y ChouChou le miraba desde una banca. Podía notar a su amigo tenso y nervioso, claramente no podía ser para más, buscar a tu papá y terminar encontrando a tres, bueno en realidad dos, posibles candidatos.

Acabaron encontrando al papá de Inojin,  la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.

—¿Me puedes repetir lo que estamos haciendo aquí? —preguntó la niña, mirando distraídamente una de sus frituras.

Boruto detuvo su caminata, ocasionado que Mitsuki casi chocará con él.

—Estamos esperando a Gaara-San y Shikamaru-San. De seguro mí papá les está contando sobre mí nacimiento, y confesando quien es el otro involucrado. ¡Y por esa puerta saldrá mí padre!

Y justo cuando su explicación termino, unos murmullos provenientes del edificio hicieron que ChouChou exclamará porque era el momento de la verdad. La niña comió de forma rápida las últimas frituras de su bolsa.
Mientras Boruto se limpiaba las manos en el pantalón —por haber sudado de los nervios— poniendo su menor sonrisa avanzó hacía los hombres que venían hacía él, parecían estar discutiendo, eso lo asustó un poco.

Algo inquieto por la reacción, fue invisible ante ellos, hasta que Sai tosió y el silencio hizo que observarán al niño con sonrisa inquieta. Más atrás habían otros dos niños.

—Hey chico. ¿Qué pasa? —preguntó Sai. Rompiendo la tensión.

Boruto se balanceo un poco.

— ¿Y? ¿Qué dijo mí papá? —preguntó, la sonrisa se extendía. — ¿Acaso tú eres mí padre? —señaló a Gaara. — ¿O tú? Vamos, no me dejen con la intriga.

Demasiado ilusión en unos ojos azules. Mucha inocencia, los hombres jamás enfrentaron un reto como este.
Shikamaru suspiró y se agachó para quedar a la altura del infante, poniendo una mano sobre el pequeño hombro.

—Lo siento niño. Pero yo no soy tu padre. Aunque créeme, me hubiese encantado serlo. —sonrió. — Ni tampoco es Gaara. Lo lamento.

Boruto pareció triste, mientras la sonrisa decaía de a poco, y los ojos se le empañaban.

—¿No?

ChouChou intentó decir, que no necesitaba un padre, podía tener dos. Pero el chiste no alcanzó a llegar al rubio, Mitsuki ni siquiera pudo evitar que el niño saliera corriendo. Tan rápido, esquivando gente, saltando techos, desapareciendo de pronto.

Eso terminaría por asustar a Naruto, cuando los tres hombres que despidió le miraran alarmados y tristes —dos más que uno—, Porque las aldeas ya no parecían ser tan seguras y quizás los tiempos de guerra podrían retornar.

Mamma Mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora