Capítulo 10.

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Era gracioso creer que por unas simples palabras el estado emocional de alguien podía cambiar tanto. Boruto no sabía que creer, aunque lo mejor era estar siempre creyendo en la palabra de su papá, a pesar de que olía a mentiras y un pequeño resentimiento.
No quería salir huyendo, pero se le había echo inevitable no correr. Justo cuando todo iba bien, todo debía ir mal.
Estaba harto.
Debió haberse quedado con la duda, qué más daba era feliz con solo Naruto, no hacía falta un tercero. Durante doce años nunca lo hizo falta.

Pero le molestaba en alguna parte, que durante tantos años nunca llego alguna carta o una felicitación a su cumpleaños.

Pateó una pequeña roca furioso, corriendo en dirección de dónde había caído para seguir pateandola. Tanta era su molestia, que no pudo evitar chocar con un sujeto que iba camino a la aldea.

—Fijate por dónde vas niño.

Boruto arrugó la nariz, señal de un enojo contenido. Se dio media vuelta con las manos en puño.

—¡Usted debería fijarse! ¿Acaso no pudo esquivarme o qué? —acusó, mirando al hombre con enojo, sus ojos azules llenos de tantas cosas. — ¡¿Le parece que es fácil enterarse que su padre es un loco desquiciado?! ¡¿Un traidor?! ¡Intento matar a mis tíos y papá! ¡Era un demente con ojos mágicos! —exclamó señalando uno de sus propios ojos. Se detuvo de pronto, bajando su mano. Notando su error, qué podría saber ese hombre. Además no tenía porqué gritar sus problemas, pero lo necesitaba.

Boruto suspiró negando, dando media vuelta, de regreso a comer alguna hamburguesa.

—¿Qué?

Era un niño inquieto, bien sabía que eso era pura genética de su papá

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Era un niño inquieto, bien sabía que eso era pura genética de su papá. Por eso no pudo evitar buscar respuestas, no era difícil para el hijo del Séptimo Hokage y nieto no biólogo del Sexto, colarse entre tantos archivos y expedientes. Chou Chou le había dicho lo muy mala idea que podía ser ir exactamente a un lugar prohibido, porque todo lo que estaba ahí, debía ser por una razón bastante seria. Lo último que ella quería era ver mal a su amigo.

Boruto termino sosteniendo entre sus manos un expediente completo con el nombre de su padre. Toda una historia, todo los núcleos no rellenados habían sido respondidos.

—¡Boruto! ¿Qué pasó? ¿Qué decía? —quiso saber la morena cuando lo vio salir por la puerta con pasos apresurados. Se sentía extraña, al ver la angustia en unos ojos que siempre se llenaron de travesuras y alegrías. —¿Boruto...?

Entonces otra vez lo vio irse lejos sin responder. Según había averiguado Sasuke Uchiha era de Konoha, era amigo medio rival del Hokage. Pero no entendía de todo el asunto, mucho menos porqué estaban sin Mitsuki. Pensó claramente, para buscar al niño pálido.
La niña caminaba buscando entre la gente un cabello celeste.

Siguió su búsqueda de manera intensa, evitando pensar en las cosas que podrían pasarle a su amigo.

Boruto masticaba cabizbajo su hamburguesa. Demasiado atrapado en su miseria interna como la estar pendiente de los gritos de una niña pequeña a unos metros más allá, o de la discusión que mantenía un hombre porque sus papas no eran las mismas que él quería, ni mucho menos presto atención al hombre que se sentó de forma desinteresada en la misma mesa que él, masticando con curiosidad unas papitas.

—¿Qué pasa, niño?

Shikamaru, Boruto miró al hombre fijamente, algo asombrado.

—Hubiese deseado que tú fueras mí padre. —admitió, dándole un mordisco más a su hamburguesa.

—Oh. Sí, quizás yo también hubiese querido serlo. Pero las cosas no sucedieron así. ¿Hay algo de lo que quieras hablar?

—No lo sé. ¿Quieres escuchar mí confusión hacía un sujeto que lo mejor que hace es irse? Creo que toda mí vida es una mentira.

El hombre suspiró, acomodándose en el asiento. Miró analíticamente al niño. Entre cerrando los ojos, tan parecido a Naruto, que casi parecía ser un chiste. Una pequeña copia del hombre rubio, un clon versión pequeña. Y, entonces quedó algo asombrado al ver cómo el ceño se fruncía, como hacía una mueca que conocía de alguna parte, de algún lado.

—¿Por qué dices eso?

—Deberías saberlo. Todos conocen a Sasuke Uchiha. —murmuró con molestia el nombre, esta vez se llevó su bebida a la boca. Shikamaru parpadeo. Sorprenderlo era raro, pero con las palabras exactas se podía lograr.

Fue ahí cuando pensó, que todo era muy claro. Quién entre todos los amoríos de Naruto había sido el más intenso, el más fuerte y el menos recordado.

—Sí. Fue un prodigio en la academia. —admitió, con aire pensador. — Siempre trato a Naruto de manera diferente. Digo, yo había estado para Naruto, guiandome por mis propias palabras por mí propia experiencia. Pero Sasuke, Sasuke lo veía como un total igual. En esa época no lo dijo en voz alta, pero todos lo sabían. Y muchos no les gustaba eso, otros simplemente eran felices.

—Yo, no sé qué decir.

—No digas nada. No es tu culpa lo que sucedió tiempo atrás. Tú no eres tus padres, ni sus errores. Pero. ¿Crees poder vivir pensando en Sasuke solo como un enemigo o como un héroe de guerra?

Boruto bufó desviando la mirada, mientras decía que solo estaba abrumado por todas las cosas que venían para él. Demasiadas cosas en tan pocos momentos. Shikamaru sonrió de lado, pensando en lo gracioso que era pensar en Sasuke siendo padre. Tanto negro entre tanto rubio.
Apenas el Uzumaki más joven salió del local unos brazos lo rodearon al instante, Chou Chou se aferraba a él con fuerza y Mitsuki no se quedaba atrás. El niño suspiró. Era momento de no huir más. De confiar plenamente en sus convicciones, en su papá. Qué importaba. Tenía un padre, se llamaba Sasuke Uchiha. Y tenía un papá mega genial Hokage de la aldea. ¡Era hijo del tipo más perrón y tenía ojitos de Sharingan!

El pasado era cosa de los adultos, ahora tenía que enfocarse en sus propias metas. En disculparse con su padre y quizás pedirle alguna foto de Sasuke, para saber cómo lució o lucía el otro hombre que lo ayudo a ser "creado". Y quizás después preguntaría si habría un segundo apellido al lado de Uzumaki, haber qué clase de legado le esperaría formar.

Y mientras Boruto encontraba ya calma con sus emociones disparatadas.
Sakura corría a toda velocidad hacía Hinata, evitando encontrar a Naruto cerca, porque debían encontrar el modo de preparar muy bien la que se iba a armar. En tiempos de paz dudosa, hay estallidos muy fuertes.

Mamma Mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora