Capítulo I
"Perdido en acción". Aquella frase se repetía en su mente una y otra vez, tres palabras que le habían robado la paz del alma. Bien podrían haberle dicho que estaba muerto, era básicamente lo mismo. La espía entró hecha una tromba en la oficina del director Fury y golpeó el escritorio con ambas manos, haciendo saltar al hombre sentado frente a ella. Su mirada le decía mucho más de lo que las palabras podrían. Estaba desesperada, furiosa y exigía una buena explicación. "Esposas" pensó el hombre, mostrando una calma que no sentía. Por esa clase de cosas él no se había casado.
– ¿Dónde está, Fury? – preguntó con la voz afilada como un cuchillo– Quiero su última ubicación y la quiero ya.
– No la tenemos... – respondió Fury y antes de que ella pudiera decir nada, alzó las manos, pidiendo paz– Tu marido salió sin autorización, sin dar su ubicación. Fue por su cuenta, Romanoff.
– Rogers– lo corrigió ella con rapidez. Nick rodó su único ojo bueno.
– Aún no me acostumbro a tener dos Rogers en el equipo...– suspiró, sacando una carpeta amarillenta y ajada del cajón superior de su escritorio.
Ella la reconoció de inmediato. Era la carpeta que le había dado a Steve luego de dejarlo en el cementerio tras la caída de SHIELD. Tenía lo poco que había sobre James Buchanan Barnes, el amigo desaparecido de su esposo. No tenía idea de que Steve seguía buscándolo. Extendió la mano y Fury se la entregó. La revisó con rapidez, buscando algo que le dijera adonde había ido Steve.
– ¿Dónde la conseguiste? – preguntó al cabo de un momento de lectura, reconociendo la letra pulcra de Steve en los bordes de las hojas. Tenía una serie de coordinadas, de ubicaciones. Por un momento se preguntó porqué él no le había dicho nada, porqué no le había pedido su ayuda.
– Sam Wilson la llevaba con él cuando lo encontramos...– respondió Fury, provocando que Nat alzara la vista, confundida.
– ¿Sam? ¿A qué te refieres con que "lo encontramos"? – Fury no respondió. Se levantó del escritorio y le indicó con un gesto que lo siguiera.
Descendieron en el elevador privado del director, en silencio. Natasha seguía estudiando aquella carpeta. Le habían agregado fotografías recientes, recortes de noticias, informes tanatológicos. Steve había hecho su tarea. Aparecía al menos media docena de posibles ubicaciones. ¿Por donde comenzaría? Se le hacía urgente hablar con Sam. Si le habían confiscado la carpeta, quería decir que él había estado ayudando a su esposo a buscar a Bucky.
Finalmente, Fury la guio al área médica de las instalaciones. Lo miró con una ceja alzada, sin comprender. El mayor le hizo un gesto y ella vio tras una puerta acristalada una imagen que le puso todos los vellos de punta. Se acercó al vidrio y se llevó las manos a la boca, ahogando un jadeo de sorpresa. Allí, sobre una camilla, conectado a una serie de maquinaria y botellas de suero se encontraba el alegre Sam Wilson. Ese joven cándido, que adoraba a Steve, el que les había abierto las puertas de su casa y que había regresado a la vida activa sólo por lealtad a su esposo.
– ¿Qué le pasó? – preguntó con un hilo de voz, pensando en qué le habían hecho para dejarlo en semejante estado.
– Así lo encontramos. Está en coma– explicó escuetamente– Creemos que el capitán estaba con él cuando los atacaron.
– ¿C-cómo estás tan seguro...? – preguntó Natasha con el corazón en la boca. Si así estaba Sam, no quería ni imaginarse cómo estaría Steve. Estaba segura de que habían peleado, los golpes en la cara de Sam lo dejaban muy claro.
– Encontramos el cuerpo de Wilson bajo unos escombros... lo cubría esto– Natasha se giró hacia Fury y lo vio alzar hacia ella el escudo de Steve.
Un sollozo se le atoró en la garganta. El miedo la invadió por completo y estiró las manos hacia él, tomando aquel escudo para apretarlo contra su pecho. Steve no tenía su escudo, aquello que lo hacía quien era. Ese escudo era una de las razones por las que ella se permitía dormir en las noches que su esposo estaba fuera por una misión. Sabía de primera mano lo fuerte que era aquel objeto, y cómo era capaz de mantener a quien lo portara a salvo. Era ataque y defensa. Rudo y protector. Era como Steve.
– ¿Hay alguna otra pista de dónde puede estar? ¿Dónde encontraron a Sam? – preguntó con la voz quebrada.
Estaba segura de que él intentaba proteger a Sam cuando lo apartaron de su lado. Jamás dejaría su escudo atrás de no ser por una buena razón.
– En las afueras de Washington. Cerca de donde cayó el helicarrier. Pero, no hallamos nada de él, a excepción del escudo. Adonde iba y porqué, es un misterio. El único que podría decirnos algo de utilidad está en esa cama– Natasha volvió su mirada al joven que se debatía entra la vida y la muerte en aquella cama de hospital.
"Despierta, por favor, Sam..." suplicó en su mente.
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Take On Me
Romansa"Perdido en acción". Aquellas palabras no la detendrían. Una mujer enamorada será capaz de remover el infierno con tal de recuperar el hombre que ama. Más si esa mujer es Natasha Romanoff.