Capítulo III

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Capítulo III

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Capítulo III

La figura del hombre frente a él parecía salida de una de sus pesadillas. Su mirada marina, similar a la suya, ya no tenía aquella calidez que recordaba. Ahora era dura, adusta, casi cruel. Su brazo de metal brillaba a la luz del sol. Iba desarmado. Le había costado un gran esfuerzo encontrarlo. Y ahora, finalmente estaba frente a él. Se encontraban en una edificación en ruinas cerca de donde había caído el helicarrier en su anterior encuentro. Steve tragó pesado. Había esperado ese encuentro por mucho tiempo y ahora que estaba ahí, realmente no sabía qué hacer.

En realidad, sí sabía. Quería correr a abrazarlo, agradecer al cielo porque estaba vivo, contarle todo lo que había pasado, decirle que finalmente era feliz, que había encontrado a la mujer de sus sueños, que todo aquello de lo que hablaron de niños era, al fin, una realidad. Pero, no podía. No con ese hombre que había estado a punto de matarlo, que lo miraba como si no lo conociera. Era, en realidad, alguien diferente a Bucky. Era alguien usando el cuerpo de Bucky. De pronto se arrepintió de haberlo buscado y sujetó con más fuerza las correas de su escudo, sintiendo la presencia de Sam a su espalda.

– Te llamas Steve, ¿verdad? – preguntó de pronto el hombre frente a ellos. Steve asintió y lo vio acercarse despacio, mirando a su alrededor, despreocupado– Fui al museo. Tienen una exhibición sobre ti. Decían que tú y yo éramos amigos... ¿es verdad?

Los ojos azules de Bucky se habían prendado de los suyos al hacer aquella pregunta.

– Es verdad– respondió, sin bajar el escudo. Algo en su postura tan despreocupada lo molestaba. Sentía que algo andaba mal.

– Si somos amigos, ¿porqué te ves tan tenso? ¿No querías volver a verme? – James ladeó el rostro con una expresión casi candorosa que no llegó a sus ojos. Sus ojos seguían siendo como el acero.

– Si no quisiera verte, no te habría buscado todo este tiempo, Bucky. Pero, la última vez que nos vimos casi me matas. No puedes culparme por ser, al menos, precavido– el moreno alzó las comisuras de la boca en una sonrisa burlona.

– Oh, pero no lo hice, ¿verdad? Eras mi misión. Debería haber dejado que te ahogaras...

– ¿Por qué no lo hiciste? – aquella pregunta lo acosaba sin descanso desde aquel día.

– Supongo que tuve un ataque de nostalgia– respondió, encogiéndose ligeramente de hombros. Aquello le dolió.

– Entonces no es que me hayas recordado... ¿Por qué accediste a vernos? – Bucky alzó un dedo y luego apuntó hacia la figura de Sam detrás de él.

– Yo accedí a verte a ti. No estaba en el trato que trajeras compañía. Aunque sí me di cuenta de que fue él quién me encontró...– Steve y Sam intercambiaron una mirada.

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