El médico de la mina era un hombre taciturno, de más de cincuenta años, con quien Taehyung había hablado sólo una vez. Este examinó la quemadura, le untó una crema amarilla que olía horriblemente y le envolvió la mano con una venda elástica.
–No tendrá ningún problema con ella, siempre y cuando la mantenga seca –murmuró.– Quítese eso por la mañana y deje que le dé el aire.
Aunque despedía muy mal olor, la medicina le alivió el dolor. Y después de todo, pensó, había sido demasiado escándalo para una herida tan pequeña. El mayor problema iba a ser bañarse con la mano vendada así.
La tormenta al fin llegó justo cuando regresaban a la casa, con una fuerza que asustaba a pesar de que ya la esperaban. Jungkook prendió el fogón y sugirió beber algo mientras se calentaba el agua. Se paró en la puerta, con el vaso en la mano y contempló la lluvia.
–Por lo menos refresca un poco el ambiente –observó.
–No pensaba que el clima te molestara de una u otra forma.
–No tiene objeto maldecir al respecto, pero tampoco lo calificaría como el mejor de la tierra. Lo único que no puedo decir en su favor es que estamos mejor que los pobres diablos que viven en Mali, quienes se mueren de sed –bebió el contenido del vaso de un solo trago y regresó a la sala para dejarlo sobre la mesa. Las bandejas con los sobres de la nómina permanecían aún encima del escritorio donde Tae los había dejado.
Jungkook se acercó a revisarlos.–¿Cuánto falta para que termines con esto?
–Ya están terminados –dijo.– Desde antes del mediodía –no pudo evitar añadir con un toque de malicia:– Los hubiera llevado a la oficina de pagos si hubiera tenido un medio de transporte y por supuesto, tu permiso para abandonar la casa.
Jungkook se enderezó y lo miró con una ligera sonrisa.
–¿Andas buscando pelea?
–No quiero pelearme con nadie –respondió.– Lo único que trato de decir es que me gustaría tener la oportunidad de alejarme de la casa de vez en cuando durante el día. Ya sé que no quieres que ande rondando por la mina, pero yo sabría cómo hacer para no crear problemas.
–Ignoraba que sabías conducir –comentó él después de un momento.
–Bogum me enseñó un poco antes de venirse aquí –mantuvo la voz sin emoción.– Nunca he manejado un jeep, pero te he observado hacerlo y creo que yo podría también. Y no hay peligro de que me saliera de la mina; no iría más allá de la entrada.
–No –acordó él con aspereza– no podrías. ¿Cómo va la mano?
–Estaré bien en un par de días. Es sólo una quemadura superficial –no quería parecer quejica.– Creo que no es mucho pedir.
–Está bien –dijo él.– Cuando regresemos de Freetown ya veremos qué se puede hacer. Hay un coche de emergencia que podrías usar –con un gesto de burla continuó.– ¿Has ganado la batalla demasiado pronto para tu gusto?
Taehyung tuvo que sonreír.
–Es cierto que esperaba un poco más de oposición – admitió.– Por lo general no eres tan fácil de convencer.
–Nunca antes habías probado a pedirme algo –su voz cambió de pronto.– El agua debe estar ya caliente. ¿Quieres ducharte primero?
Negó con la cabeza.
–Esta noche tendré que conformarme con lavarme ligeramente. Si no, acabaré mojando el vendaje. Te agradeceré si pones un poco de agua en una jarra y me la dejas en la cocina. Allí me las arreglaré. –Su sonrisa fue espontánea a la vez que sarcástica.
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Corazón de piedra • kv
RomanceJeon Jungkook y Kim Taehyung estaban a punto de descubrir la fina línea que separaba el odio del amor.