Capítulo 3

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No oyó salir a Nam mientras pensaba en la época que conoció a Bogum. Éste tenía veinticuatro años mientras que él tenía veinte el día de su primer encuentro y de inmediato se sintieron atraídos el uno hacia el otro, sobre todo al descubrir que ambos estaban solos en el mundo. Después el amor había nacido lentamente entre los dos, no como el fuego consumidor que presentaban las novelas, pero sí real y verdadero. Al menos así lo había creído él. Recordaba muy bien el día que Bogum le habló sobre la oportunidad del trabajo en Sierra Leona y el entusiasmo con que le había enumerado todas las ventajas que representaba el poder reunir en poco tiempo una buena cantidad de dinero para el futuro de ambos, aunque eso significaba posponer la boda por tres años. Consideraron la posibilidad de casarse antes de su partida, pero ambos estuvieron de acuerdo en que era mejor esperar.

¿O había sido él? Taehyung empezó a dudar al respecto. En realidad fue Bogum el que aportó todas las razones por las que no era conveniente casarse y dejarlo solo de inmediato.

El tiempo transcurrió muy lento. Bogum le escribía con regularidad, pero eso no era suficiente para calmar sus ansias. Hacía cerca de seis meses que le escribiera, proponiéndole ir a reunirse con él y buscar un trabajo en Freetown, para así poder casarse sin tener que esperar a que el contrato de Bogum llegara a su fin. La respuesta había sido tajante y definitiva. El clima, le escribió, era insoportable y para él sería peor aún, teniendo que vivir solo en la ciudad mientras él se encontraba trabajando en un lugar a más de ciento cincuenta kilómetros. Ya había transcurrido la mitad de los tres años del contrato y el resto del tiempo pasaría rápido, opinaba él. Ansiaba verlo, pero pensaba que lo que proponía no era conveniente para ninguno de los dos.

Fue a partir de aquel momento cuando las cartas de Bogum comenzaron a cambiar poco a poco y a perder el entusiasmo original, tornándose algo evasivas. Kim presintió que algo no andaba bien, aunque él lo negó enfáticamente cuando se lo preguntó.

Y luego siguió el largo silencio por parte de él. Sus cartas dejaron de llegar y empezaron las dudas y las preocupaciones. Kim sufrió durante siete semanas, hasta llegar al punto en que se decidió a recorrer medio mundo para averiguar la verdad. Para encontrar una respuesta. Y había encontrado... aquello.

Se obligó a pensar con claridad. Tenia que hacer frente a la realidad, pero ¿qué haría al respecto? Una cosa era segura: debía ver a Bogum para que él le dijera por sí mismo que ya no le quería. Hasta ahora, se había negado a creerlo. Jeon Jungkook le había dicho que el trópico afectaba de muchas maneras a los hombres...

Era posible. Pero Taehyung no se sentiría satisfecho con aquella respuesta tan simple.

En un rincón de la habitación había un lavabo y Kim hizo el mejor uso que pudo del mismo para refrescarse un poco. Con una aplicación de humectante labial y el cabello cepillado, se sintió de nuevo listo para enfrentarse al mundo, aunque la idea de ver otra vez a Jeon Jungkook casi lo indujo a quedarse en su habitación.

Sintió alivio al ver que Nam estaba entre los concurrentes del salón de billar y más aún al ver que Jeon Jungkook no estaba allí. Nam hizo las presentaciones en forma breve y sin entrar en detalles acerca de su presencia en la mina. Pero en realidad a nadie pareció importarle. Los milagros, al parecer, eran aceptados sin necesidad de una explicación.

Taehyung pudo comprobar que había gente de varias nacionalidades, aunque la mayoría de los europeos eran ingleses. Los africanos con cierta categoría en la compañía podían también hacer uso del club y las relaciones en general parecían ser bastante amigables, al menos aparentemente, aunque Bogum mencionaba en sus cartas que las cosas no eran siempre tan fáciles.

A las cinco y media Jungkook aún no había aparecido, ni se había mencionado su nombre para nada. Taehyung se sentó con Nam y otros dos hombres en una mesa y comió una carne de poca calidad acompañada de col hervida y seguida de un pudin hecho al vapor y flan. Para su sorpresa el café con el que terminó la comida resultó excelente. Después Nam le invitó a pasar al bar a tomar una copa y de nuevo allí Tae se convirtió en el centro de atención. A él no le importaba. Aquellos hombres eran rudos y en cierta forma toscos, pero su intención no era mala. Algunos no habían visto su país de origen en muchos años y declaraban que no deseaban regresar bajo ninguna circunstancia, prefiriendo emplearse en trabajos como aquél. Otros hablaban con añoranza del hogar y la familia y de climas mucho más amables. Parecía como si la presencia de Tae hubiera hecho renacer en ellos pensamientos mucho tiempo reprimidos.

Corazón de piedra • kvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora