Capítulo XXVII: Enamorada.

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La puerta de la casa de Salomé sonó, ella sabía que era Gael, acababa de enviar un mensaje al poeta para que no escribiera. Salió y abrió recibió a Gael con fuerza, y el correspondió. El llevaba un ramo de rosas y una caja de donas, las fovoritas de Salomé, el sonrió y paso. Él se sentó en el sofá, tenían ya un mes sin verse y casi ni se escribían, por lo que era magnífico para ellos.

- ¿Cómo estas?
- Muy bien, bebé. Dijo Gael.
- Que alegre.
- ¿y tú?
- Muy feliz porque estás acá.
- Yo también. Te quiero pedir disculpas por mi lejanía.
- Si me has hecho mucha falta.
- Yo lo sé bebe.
- Perdoname.
- Claro guapo.

Se quedaron viendo a los ojos, él veía los ojos de Salomé tan profundos y ella se se reflejaba en los ojos verdes claro de Gael. Se tomaron de la mano, algo qeu no hacian desde hace mucho tiempo.

- Te amo Salomé.

Salomé no supo que hacer en su cabeza eso sonó con otra vos, velos mente se reincorpo y dijo.

- Yo también Gael. Con una leve sonrisa.
- Eres lo más valioso que tengo.
- Y yo lo que tengo también.

Se tomaron de las manos y se empezaron a besar, ella se dejó llevar y cuando menos lo sintieron están en la cama de Salomé, el quitaba su ropa y la de Salomé muy lentamente, tocaba su piel y ella suspiraba fuertemente, el tocaba cada parte de su piel. El momento era de ellos dos tenían tiempo sin sentirse si verse el amor escapaba en cada toque, en cada sonido que salía de la boca de Salomé.

Ella cerró los ojos y solo vio una cosa veía al poeta, no se detuvo siguió el juego de Gael, ella está completamente desnuda, el tocaba cada parte de su piel. Cada ves que el tocaba una parte de su cuerpo, en su mente, Salomé sólo repasa cada estrofa del poema que el poeta recitó aquella noche en el club. Repasaba cada línea qeu el dijo ese día.

Día en el que ella estaba entre le publico, y que como él poeta casi la veía, pero para su suerte solo vio a Julieta. Ella al sentir el roce de sus piernas sentía las palabras del poeta. Cuando todo terminó se quedaron en la cama conversando, ella suspiro y sonrió, al mismo tiempo su corazón se tenso al darse cuenta que ella también se había enamorado del poeta, ese que extraño toda la tarde, deseando que Gael fuera el en ese momento.

Salomé: La historia de un amor inconsciente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora