Capítulo XVI: Marilu

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Luego de dos meses de salido el colegio, Gael conoció a Marié Lucía, más conocida como Marilu, era una amiga que tenía un toque coqueto bastante grande, una voz de esas dulces fingidas, que se oyen en las chicas que buscan a alguien por interés, cabello corto y rubio ojos café y sonrisa como de revista, falsa hasta los dientes. Ella hablaba con Gael a diario desde hace unos 15 días, ella poseía problemas con su novio, y su amigo era su distracción.

No era sorpresa que para Salomé, esto no fuera de su gusto, detestaba que la mencionara, y más que este no le pusiera atención por contestar algún mensaje de ella.

- ¿Otra vez?
- Solo fue un mensaje Salo.
- Si y luego otro y luego otro.
- Ya Salo, me molesta que te pongas así.
- Te coqueta a cada rato, no te das cuenta.
- Deja de exagerar.
- No exagero, es la verdad.
- ¿Sabes que?
- ¿Que?
- Me cansas con tus celos.
- No, sólo que ella quiere algo más.
- ¡Ya Salomé!

Luego el silencio se hizo largo, las miradas de molestia se evidenciaba, Salomé, solo veía la televisión y de reojo veía como Geal seguía contestando mensajes de Marilu.

- ¿No vas a parar?
- Ya me voy Salomé. Me cansaste.

Tomó sus cosas y se fue, luego de eso Salomé soltó una lagrima y tomó aire profirió un fuerte grito. Justo al momento, sonó el teléfono era un mensaje del Poeta.

- Hola, como estas?
- Bien. Escribía como mentira, era fácil fingir por escrito.
- Que tal esta semana?
- Si novedad.
- Y que tal tu día?
- Bien, nada distinto.
- Esta todo bien?! Escribió el poeta, mientras detectaba que su amiga tenía algo.
- Si, claro que sí.
- Se siente distinto.
- No se a qué se refiere.
- Para nada.

La conversación fue así evitar y cuestionar hasta que el poeta consiguió lo que buscaba.

- Si, discute con Gael.
- Sabía que tenías algo, llevamos 20 minutos escribiendo y no he leído ni un profe raro.
- Si, es que no quiero hablar de eso.
- Te entiendo, todo mejorara.
- Disculpa, iré a dormir.
- Descansa hasta la próxima.

Luego de aquella noche, las conversaciones del poeta y Salomé, se convirtieron en diarias, casi que en todo momento. La amistad de la azotea era mucho más fuerte aún. Solo era cuestión de tiempo que se volvieran a ver.

Salomé: La historia de un amor inconsciente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora