Intro

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Joaquin estaba muy emocionado con la llegada a su casa.

Por supuesto que su emoción tenía que ver con la "sorpresa" que su madre le había prometido cuando llegase de la escuela ese día.

Muchos podrían tener opiniones no necesariamente positivas sobre un niño de once años aún muy ansioso y feliz cuando su madre venía a buscarlo de la escuela, pero la verdad era simple y preciosa; a Joaquin no le interesaba en lo absoluto lo que sus compañeros de clase, o incluso gente que él propiamente no conocía, pudieran decir sobre él.

Joaquin sujetaba su mochila con presión por las ansias, mientras su madre le hablaba sobre el maravilloso regalo que le había hecho.

A la alta mujer le parecía divertido tener a su hijo con la duda, lo disfrutaba, sin embargo, sabía que a Joaquin le gustaría el obsequio. Era algo que el pequeño niño había estado pidiendo desde hacía mucho tiempo atrás.

Finalmente, entre charla y charla, Joaquin y su madre llegaron a casa, donde el pequeño entró rápidamente a dejar sus cosas en su habitación, antes de dirigirse al salón principal con su madre, quien tenía una caja con muchos orificios en las manos.

-Bien, Joaco,aquí esta tu regalo. -Habló la mujer con una gran sonrisa.

Dejó la caja con mucho cuidado sobre la mesa de centro, y le señaló a su pequeño hijo que abriese la caja, pero con cuidado, cautela, delicadeza.

El pequeño asintió, y enseguida quitó la tapa de la cajita con mucho cuidado, como su madre le había instruido, y sus ojos se abrieron enormemente con gran sorpresa, mientras que una preciosa sonrisa se iba dibujando en sus labios.

-¡Un conejito!

Una pequeña criatura blanca y peluda yacía en la cajita, esperando pacientemente a que se le diera espacio para poder moverse.

Joaquin tomó en sus manitas al pequeño animal, y le sonrió dulcemente mientras le acariciaba el bonito pelaje, y posteriormente dejaba un beso sobre su cabeza blanca y reluciente.

-Emilio. Ese será tu nombre, conejito.

La madre de Joaquin estaba muy contenta con la reacción y aprobación de su hijo ante su nueva mascota, eso le hizo olvidarse completamente de todo lo que tuvo que escuchar de la mujer que le había dado el animal.

Francamente, esa anciana estaba loca. Quería evitar a toda costa que la madre de Joaquin se llevara ese conejo a casa, decía que estaba maldito, que no era seguro lo que pudiese hacer.
Le advirtió sobre el número en la caja del animal. "21".

"Veintiuno. Es un número encantado. Él animal lo está. Ese conejo no les traerá buenos ratos."

Era solo un conejo blanco y esponjoso.

¿Qué tantas cosas podría hacer?





Conejito «Adaptación»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora