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Tampoco me enojo si comentan ehhh. :(

•••

Los penetrantes ojos de Emilio estaban sobre él, examinando cada centímetro del muchacho bajo su cuerpo, mientras que este respiraba con dificultad sobre las sábanas en las que, anteriormente, el alto castaño le había recostado al momento en que no veían nada, y tan solo sentían sus labios pegarse con intensidad.

¿Cómo habían llegado a eso?
La verdad es que Joaquin no lo recordaba ni le interesaba recordarlo.

Tan solo estaba pendiente de lo que en ese momento estaba sucediendo.

Emilio volvió a besarle con fervor, disfrutando de los placenteros movimientos de sus labios unidos una vez más, mientras que las traviesas manos del más alto vagaban por su figura con tal delicadeza, que cualquiera pensaría que el muchacho estaba tratando con un cristal frágil y valioso.

Las manos de Joaquin se deslizaban de arriba hacia abajo por la fuerte espalda del chico sobre él, sintiendo bajo sus dedos los músculos del muchacho contraerse con sus caricias mientras mantenía presión con sus brazos por no aplastar al chico debajo de él.

Los labios de Joaquin fueron abandonados nuevamente para que los contrarios se posaran en su oído, casi rozando éstos con su sensible piel.

-Joaquin... -Susurra con dificultad- ...¿Lo deseas?...

Sencillamente, Joaquin podría haber tomado esas palabras como algo erótico, algunas frases sucias que utilizar para poder continuar con el juego en el que estaban, pero al contrario, sus ojos se abrieron.

Emilio continuaba con sus labios pegados a su oído, y parecía no querer voltearse, por lo que Joaquín lo hizo, y tan solo en ese momento, Emilio volteó a verle.

Lucía tan agitado, y tan jodidamente caliente a la vez, que las dudas no fueron necesarias.

-L-lo hago... -Asintió lentamente.

Emilio nuevamente le besó, con más ahínco, posando sus rodillas a los costados del más bajo.

Joaquim correspondió deseoso, posando sus manos sobre las caderas de Emilio, y deslizando éstas hacia arriba, por debajo de su playera, para retirarla con cuidado.

Emilio abandona los labios de Joaquin una vez más, para observarlo.

Pero lo que Joaquin vio no era nada lo que se esperaba.

Un fornido y trabajado cuerpo... y una real cara de su pequeña mascota que había quedado en el olvido.

Por inercia, pateó al muchacho lejos, y se reincorporó en la cama, y cuando el muchacho intentó acercarse, confundido, Joaquín gritó.

-¡¡D-déjame, déjame!!

-¡¡Joaquín despierta!!

Sus ojos se abrieron de golpe, tan asustado que se reincorporó de la cama en la que se encontraba durmiendo, o teniendo una pervertida pesadilla.

Sus mejillas estaban empapadas en lágrimas, y enfrente de él, un Emilio preocupado jalándolo por lo hombros, con el rostro al que se había acostumbrado de ver con pocas horas de haberle conocido.

-Jo-joaquin, oh por Dios, me asust...

Fue aquello lo que Emilio alcanzó a decir, antes de que un Joaquín tembloroso se lanzase sobre él, rodeándolo con sus brazos por sobre sus hombros, como si la confianza que por años hubiesen mantenido, jamás se hubiese ido.

Y así era, en realidad.

Realmente, nada había cambiado en cuánto a su relación. 
Emilio continuaba siendo su fuente de confianza, su zona de confort, y así seguiría siendo por un tiempo.

Joaquín había desarrollado algo tan grande por el animal, un apoyo tan incondicional por una criatura que ni siquiera tenía la capacidad del habla hasta hace un par de horas tan solo.

Pero era él. Era Emilio.

Era cada minuto de llanto, cada lágrima que había derramado y cada sonrisa que había expresado sin reprimirse.

Emilio era su pasado. Y Joaquin no pudo verlo en ese momento de desesperación, tan solo se abrazó a ese joven con fuerza, olvidándose si había adaptado una forma humana hace poco tiempo.

Cerró los ojos con fuerza cuando sintió cómo lentamente, unos brazos le estrujaban por la espalda con fuerza, y el dueño de estos, depositaba su cabeza sobre su hombro, mientras que deslizaba sus manos de arriba hacia abajo, intentando así tranquilizar al nervioso muchacho bajo.

Joaquín siquiera se había percatado que se encontraba literalmente sobre Emilio, con sus piernas rodeándole la cintura con tanta o más fuerza que sus brazos sujetando sus hombros.

-Creo que... -Comenzó el más alto en un leve susurro, luego de un rato en silencio- ...Hacía mucho tiempo que no tenías pesadillas. -Una risa salió de los labios del contrario.

-Lo siento... No sé qué... No sé qué ha pasado. Solo... Te veía a ti...y...

Joaquin sintió cómo los brazos sobre su cintura aflojaron su agarre, para mantener dos grandes manos a sus costados mientras su cabeza se inclinaba hacia atrás para verle con el entrecejo fruncido, curioso.

-¿Estaba yo ahí? ¿T-te hice algo? ¿F-fue mi culpa, Joaco?

Joaquin suspiró tranquilamente, mirando hacia abajo y negando con la cabeza mientras escuchaba un leve suspiro de alivio proveniente del más alto.

-No, Emi...yo... solo estabas tú... y yo... y estábamos... estábamos... ha-haciendo... uhm...

-¿Qué hacíamos, Joaquin?

-T-tú... uhg... nos... nos estábamos... besando... y de la nada vi a Emi, al conejo, y-y solo... no lo sé... me asusté. N-no es nada.

Emilio asintió con la cabeza.

-No estás feliz, Joaco... Esto no debería estar pasando. -Emilio decía, afligido.

-¿Q-q-qué cosa?

-Creo que... Viajar en crucero, no es lo que más deseas. -Emilio ladeó una sonrisa triste- Esto suele suceder. Cuando el deseo no es el que de verdad tu alma anhela, te ocurrirán estas pesadillas hasta que descubras qué es lo que realmente quieres.

Joaquin abrió sus ojos lagrimosos, y pasó el dorso de sus manos sobre estos para retirar las lágrimas. ¿De verdad eso iba a pasar si no le decía la verdad acerca de su deseo?

-¿Tendré pesadillas...?

-Mm... Si. O quizás no sean pesadillas como tal, pero puede que... Sucedan cosas que no te gusten...

-¿C-cómo qué?

Toc, Toc, Toc.


•••

Voten y comenten.

Conejito «Adaptación»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora