5

4.8K 681 303
                                    

Alguien me dijo que cuando el capitulo 4 llegara a 100 votos actualizará, aquí lo tienen.

-¿¡PERO QUÉ DICES?! ¡Q-QUÍTATE, HOMBRE!

El hombre, confundido por la repentina desesperación de Joaquin, se quita de encima de si, y este se levanta desesperado, pasando sus manos por su rostro, mientras jala su cabello completamente frustrado y algo asustado.

-No hagas eso, Joaquin. -Se queja el hombre, apoyado en la cabecera de la cama, mirando al rubio con atención.

Joaquin, confundido, se dirige a él con la mirada, con el entrecejo fruncido.

-¿Ha-hacer qué? -Pregunta con la voz algo rota.

El hombre suspira aún mirándolo, y se levanta, dejando ver todo su cuerpo al descubierto, cosa que a él mismo no le importó, y se dirigió frente a Joaquin, para quitar sus manos pequeñas de su cabello, y dejarlas a sus costados.

-No te jales el cabello. Sabes que eso te hace mal. Debes controlar tus crisis de pánico de otra forma, el doctor te lo dijo. No con autodaño físico. -El muchacho sonría ladino, ahora con más inocencia.

Joaquin abre sus labios, completamente perplejo de lo que acababa de escuchar, y de la nada, se tranquiliza un mínimo.

-¿C-cómo... cómo sa-abes eso?

El hombre ríe otra vez.
Joaquin no puede evitar dar una mirada fugaz a su pecho firme y visiblemente fuerte, y se regaña a si mismo de inmediato, volviendo a observar los grandes ojos del hombre.

-Tú me lo contaste, Joaquin. Siempre hablas conmigo.

-¡No! Yo no hablo contigo, y-yo...

-Joaquin. Soy yo, por Dios. ¿A caso no sabías que esto iba a pasar?

Joaquin frunce el entrecejo, confundido, y niega lentamente con la cabeza, ojeando todo el rostro y cabello del muchacho.

Su cabello es color caramelo, y tiene bonitas ondas, mientras que su rostro es simplemente arte. Es muy guapo. Pero no. Joaquin no lo conoce. No se puede dejar llevar por su belleza.

-La caja. ¿No leíste lo que decía bajo la caja cuando me...

-¡No! ¿De qué hablas? Mi mamá me, me regaló un conejo cuando te-tenía once, y-yo no sabía... yo no sé nada.

El hombre suspira cansado. Nunca creyó tener que explicar todo eso, puesto que su dueño debería de haberlo sabido.

-Bien. Voy a explicarte, pero, ¿No tienes algo de comida? Estoy muriendo de hambre.

Joaquin niega con la cabeza algo avergonzado, y el hombre sonríe y acaricia su cabeza con amabilidad.

-No te preocupes. Vamos a comprar.

Joaquin asiente, aún en shock, y se dispone a seguir al hombre, que estaba por abrir la puerta del departamento, cuando Joaquin se da cuenta de un minúsculo detalle.

-¡NO ABRAS! -Joaquin cierra la puerta de golpe, y se apoya en contra esta, evitando el paso del muchacho.

-¿Qué pasa? Vamos, Joaquin, tengo hambre. -Hace un puchero.

Joaquin quería reír por lo adorable que de repente le pareció el puchero del hombre, pero enseguida volvió a su postura rígida, pero aún nerviosa.

-Emilio... digo... em, chico... c-creo que debes ponerte algo de ropa antes...

-¿Por qué? Nunca he usado. ¿Es que ahora te da vergüenza? -Ríe algo coqueto.

Conejito «Adaptación»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora