-No te preocupes, mamá, estaré bien. Solo es un día más, no te sientas mal. (...) No, no, no te lo permito. Quédate en casa, yo estaré bien. Mis amigos vendrán, no estaré solo. (...) Claro, si. (...) También te amo, mamá. Hasta luego.Joaquin suspiró tras haber cortado la llamada de su madre.
Volvió a recostarse en su cama, junto a su peludo y blanquecino conejito, y sonrió con amargura.
-"Mis amigos vendrán..." -Se imitó a si mismo- No tengo ninguno. -Se rió de si mismo- Será un cumpleaños silencioso, y lleno de mimos para ti, Emilio.
El conejo de acurrucó en la curvatura del cuello de Joaquín, como siempre hacía, haciendo reír al ahora pelirosa.
-Es mejor dormir, tienes razón. -Habla el pelirosa, risueño- Para cuando sean las doce, espero estar dormido. No serán los veintiún años más felices de mi vida.
Tras eso, el pelirosa se dedicó a cerrar los ojos, sintiéndose atraído a dormir por el suave y tentativo pelaje de su conejo sobre su piel, hasta que finalmente, su respiración se volvió amable y tranquila; se había dormido.
No pudo darse cuenta que su precioso conejo estaba ansioso de alguna manera, por lo que se removía mucho en la cama de su dueño, mientras que en su mente solo dos palabras le hacían sobresaltarse cada vez que las recordaba, cada vez que su precioso dueño le acariciaba, cada vez que se daba cuenta que el pequeño niño que conoció con once años, por fin cumpliría veintiuno.
"Por fin".
Tampoco sintió cuando algo en su cama ocupaba más lugar del que debería. Ni cuando su conejo de la nada, desapareció.
[...]
Tenía tanto sueño aún acumulado. No quería abrir los ojos, quería permitirse dormir todo el día, puesto que no habría nada interesante que hacer.
Su cumpleaños no eran la excepción para continuar siendo un día completamente aburrido y común. Su madre tampoco estaría ahí con él, ella estaría aún en Busan, con su marido actual, y los dos pequeños niños que tuvo hace un año atrás con ese hombre, al que Joaquin desconocía físicamente.
Quiso removerse un poco para acomodarse mejor, pero la verdad es que se encontró muy cómodo en esa posición, fuertemente aferrado a esa almohada de tan gustoso olor.
"Espera..."
Joaquin no abrió los ojos cuando recorrió esa almohada con sus manos, sonrojándose al instante cuando sintió un abdomen jodidamente marcado en sus manos.
"¿¡Almohada?!"
Abrió sus ojos de golpe, con la respiración ya agitada, y se encontró con lo que menos esperaba encontrarse en su cama, en su cumpleaños.
Un hombre.
Un hermoso hombre de facciones bien definidas, de labios entreabiertos muy tentativos y sensuales, y lo más divertido pero no menos escalofriante.
Dientes de conejo.
Quiso gritar, golpear al hombre con el que se había acostado sin recordarlo, pero se encontró a si mismo con ropa puesta, por lo que se extrañó.
"¿Cómo...?"
"¿Me acosté con este y volví a ponerme toda mi ropa para dormir...?"
"¿Dónde está Emilio...?"
Perdido en hilo de pensamientos, siente al hombre removerse. Joaquin se asusta, pero chilla internamente cuando el hombre aún dormido se acerca a él, y se posiciona sobre él, escondiendo su rostro en el cuello de Joaquin, mientras posa sus manos sobre su pecho.
Joaquin está hirviendo en ese momento, queriendo retirarse de aquella posición tan extrañamente deliciosa, pero a la vez no.
Entonces recuerda a su conejo.
"No puede ser..."
"Emilio siempre se recuesta así..."
"¿Eres....?"
-¿E-Emilio? -Susurra algo tembloroso.
Solo en ese instante, el hombre se remueve nuevamente, y Joaquín siente sus labios sobre su cuello, logrando estremecerse.
El hombre soba su nariz en el cuello de Joaquin, logrando estremecer mucho más a Joaquín, pero incomodarlo cuando descubre que el hombre sobre él, está completamente desnudo.
-Joaquin, ¿por qué despiertas tan temprano siempre? -Habla por primera vez el hombre, ronco.
Joaquin se vuelve a estremecer, y no dice nada, esperando que el hombre se de cuenta en dónde está y qué está haciendo.
-Espera... -se levanta un poco sobre sus brazos para observar a Joaquin- ¡Estoy hablando! -El hombre sonríe ampliamente. - ¡Tienes veintiuno al fin!
Joaquin no entiende nada, quiere llorar de la frustración, pero aún siente humillación y vergüenza cuando tiene a un hombre robusto y guapo sobre él, completamente desnudo.
-Vaya... Te me haces muchísimo más guapo cuando puedo tocarte con mis dedos. -El hombre sonríe nuevamente, y sus dedos acarician la mejilla de Joaquin, provocando un rosado en ellas muy adorable.
Joaquin está trabado, no puede hablar, está shockeado.
¿Este era su conejo? ¿Su pequeño Emilio?
-¿Q-quién eres? -Logra preguntar, con un hilo de voz.
El hombre acaricia los cabellos rubios de Joaquin, encantado con este, e inmediatamente vuelve a observar los ojos del pelirubio.
-Creí que lo notarías. -El hombre ríe hermosamente- Soy Emilio, Joaquin.
Joaquin traga saliva, y da una mirada rápida al hombre aún desnudo.
-N-no. Tú no eres... un conejito. No eres mi conejito.
La tierna mirada del hombre encima de él, se transforma completamente en una diferente hasta en las esquinas. Como si Joaquin le hubiese provocado de alguna manera, su mirada pasa a ser una coqueta, pervertida, y en eso que cree que todo no puede ser más raro...
Siente una erección crecer sobre su abdomen.
Sus ojos se abren con miedo, con sorpresa.
-Bebé, ya no soy un conejito. -Acaricia la mejilla de Joaquin con suavidad, y le sonríe ladino- Pero si quieres, podemos hacer lo que los conejos hacen.
Joaquin quería morir.
*
Voten y comenten.
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Conejito «Adaptación»
FanfictionEsta es una adaptación. Todos loa derechos a la autora original: @dumbggukie Gracias por dejar adaptarla. «Bebé, ya no soy un conejito. Pero si quieres, podemos hacer lo que los conejos hacen».