Fase 4

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Fecha: 25 de junio del año 2134 tiempo Tierra | 45 de marzo del año 2131 tiempo Marte.

Ubicación: Acorazado Anomalocaris, Sistema Eden, a 76 al. de la Tierra.

Status: Etapa de reconocimiento.

Las notas de la ópera Lucia di Lammermoor se esparcían por la oficina de la Capitana Repina que se hallaba observando las estrellas por la ventanilla mientras la música llevaba a su mente una infinidad de recuerdos que la hacían presa de una nostalgia insana. Suspiró y ensayó una sonrisa, le salió grotesca.

—Capitana —alguien llamó por el intercomunicador.

—¿Qué sucede?

—Ya están todos sus Oficiales en el centro de informaciones, solo falta usted.

—Estaré en unos minutos.

Repina estaba consciente que todo podría acabar para sus hombres y para ella durante la misión que les habían encomendado, el riesgo era muy alto. Su mente volvió al día en que perdió a todo su pelotón, cuando era soldado de infantería. Por esa razón la Capitana se había negado por años a tomar el mando de alguna misión nuevamente, hasta que la Guerra Solar estalló y ella se convirtió en la única persona capaz de enfrentar a las tropas enemigas. Cientos de naves federadas y comunistas vieron su fin bajo el intenso fuego de los cañones del Anomalocaris, Repina era una implacable navegante y su participación en la última guerra del hombre contra el hombre fue crucial para la victoria de los nacionalistas del Sistema Solar.

Se miró al espejo antes de salir, levantó su parche y clavó su mirada sobre la cuenca vacía de su ojo derecho, se tocó el rostro y tapó su ojo nuevamente; cogió su gorra, se puso los guantes de cuero y abandonó su camarote.

Entre tanto, en el cuarto de informaciones había una creciente tensión por el informe que la Capitana brindaría a sus oficiales, entre ellos estaba el Teniente Antonov, el Suboficial Flores, la Suboficial Harrison y el Sargento Chang. Todos a excepción de Antonov hablaban y especulaban sobre lo que la Capitana estaría a punto de decirles. Repentinamente entró Repina y el silencio se apoderó de la habitación. Todos se pusieron de pie, se cuadraron y saludaron, la Capitana también los saludó.

—Descansen —ordenó Repina, todos se sentaron nuevamente—. Bueno, señores, han pasado dos días desde que recibí el informe de la misión y se preguntarán por qué no se me ocurrió decírselos hasta ahora, la respuesta es simple: ordenes de arriba. Lo que tengo que decirles es un poco..., cómo decirlo, atípico.

La Capitana se incorporó y colocó un pequeño stick plateado en el hológrafo, en breves segundos un mapa estelar del Sistema Eden se proyectó.

—Como ya sabemos, los ataques más brutales los sufrieron las colonias de las lunas de Vessel y las del planeta Air. Han muerto varios cientos de millones en pocos días sin que podamos hacer algo al respecto. Hasta ahora las naves agresoras habían permanecido ocultas a nuestros radares, pero eso cambió cuando recibimos una señal proveniente de la órbita de Vessel, la razón de nuestro viaje. De acuerdo a la Agencia de Inteligencia de las colonias alemanas, la señal vino desde las ruinas de una base espacial no identificada y de procedencia desconocida.

En ese instante se proyectó la imagen de las ruinas, se trataba de una gigantesca estación espacial de tono verdoso y con forma semejante a la del hueso sacro del cuerpo humano. Observada desde el supino superior tenía el aspecto de una letra "A". Los oficiales se quedaron mudos al ver la nave alienígena.

—Por lo que sabemos, esta estructura no fue hecha por nuestros agresores; aparentemente es mucho más antigua. Lo que sabemos es que la Sinarquía del cónclave alienígena está cuidando celosamente estas ruinas, lo que no sabemos es el porqué. Nuestra misión es destruir a la flota enemiga y recabar tantos datos como podamos sobre esas ruinas espaciales.

Praetorian - Días Sin LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora