XXI. Everytime You Go Away

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«I can't go on singing the same theme
'Cause you can't see we've got everything
Baby, even though you know
That everytime you go away
You take a piece of me with you
You just don't care...»

Hall & Oates, Everytime You Go Away

Nikki

Lo admito, me odiaba por lo que estaba a punto de hacerle a Judy, pero mi excusa es que era un jodido adicto, y en ese entonces no tenía la capacidad de amarme ni a mí ni a nadie, y últimamente ni siquiera a la música que hacía. Todo me resultaba mediocre y repetitivo. Y es que 1987 fue mi año más oscuro, pero aún no lo sabía. Todo lo que sucedió fue una suerte de crónica de una muerte anunciada...

Estar en el estudio era una completa pérdida de tiempo. No soportaba la poca motivación del egocéntrico y deprimido de Vince -quizás porque nuestra actitud era la misma, efecto espejo lo llaman por ahí-, ni al imbécil y manipulable de Tommy con esas constantes llamadas de Yoko, a.k.a Heather para contarle los pormenores de su día siendo el mejor «esposo del mundo» ante sus crédulos ojos, ni siquiera al ser inerte y alcohólico que era Mick, también con sus internas batallas y demonios. Lo único que me hacía sentir realmente vivo y mi razón de existir era la maldita heroína; o es lo que creía. El asunto es que estaba demasiado aturdido como para entrar en razón y darme cuenta del camino de mierda al que me condujo, en el cual estaba hundido hasta el cuello.

En cuanto a Judy... Judy siempre había estado allí para mí, pero por alguna razón nunca podía hacer algo correcto por ella. La había arrastrado a las peores mierdas imaginables conmigo, y muchas veces la puse en riesgo sin tomarle el peso, y lo peor es que ella me acompañaba. Para ese momento, yo seguía siendo una persona terrible que intentaba alejar a todos de mí porque era tal mi arrogancia y mi maldita inseguridad disfrazada de falso ego, que me llevó a dar por hecho su amor, y a ella como mujer.

En la ocasión en que la abandoné en la clínica ni siquiera me lo planteé tanto, aunque ella haya preferido creer lo contrario y pensar que era este ser increíblemente calculador y desalmado. ¡Solo huí de ese maldito infierno porque era un centro católico! Recuerdo que tomé la misma ropa con la que había ingresado, mis pocas pertenencias y comencé a correr y correr queriendo dejar todo atrás, hasta que llegué a una carretera. En el camino, y para mi eterna e inexplicable suerte, pedí aventón a un grupo de fanáticas que pasaron en convertible y me reconocieron a pesar de mi patético estado.

—No puedo creer que estés en nuestro auto —chilló una rubia de enormes senos que iba de copiloto—. ¿Hay algo que podamos hacer por ti? Sabemos cómo divertirnos, ¿no es así, Crystal?

—Es cierto, solo dinos dónde es la fiesta y allí estaremos —la conductora rubia de similares atributos se mordió el labio, pero solo podía pensar en el jodido nombre de stripper que llevaba.

—¿Tienen algo para pasar el rato? —repliqué con media sonrisa puesta en las chicas. Droga, la que fuese: Era lo único que podía pensar a esas alturas.

—La aspiramos toda —me contestó una de las dos—. Solo nos queda algo de hierba. Es la mejor de L.A., me acuesto con el que la vende.

La muchacha de al lado se volteó después de encender el cigarrillo, para pasarme el humo con sus labios hinchados por tantos retoques quirúrgicos y pasó su lengua por mis labios, a lo que solo me dejé.

—¿Podrían aparcar en estos departamentos? —dije luego de un rato tras dar cuenta de una residencia que solía habituar hace un par de meses—. Aquí está bien.

Me despedí a lo lejos de las amables chicas y toqué la puerta más de tres veces, perdiendo toda esperanza de ser recibido, pero entonces apareció con aquella mirada perdida que me causaba escalofríos y cierta lástima. Sabía que ella veía lo mismo en mí.

𝐃𝐑𝐎𝐖𝐒𝐄  ━  Nikki Sixx & Axl RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora