XXX. Patience

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¿Puedo saber el porqué? ¿Es acaso la distancia? Creí que lo entendías.

—También es eso... Solo creo que estamos mejor por separado. Una relación no debería sentirse así, al menos no al principio...

¿Y tenía que ser por teléfono?

—¿Sería acaso mejor cuando nos veamos en quizás cuantos meses más? Tom, no podía esperar. Creí que era justo decirte cómo me sentía al respecto, antes de cualquier cosa.

Pero solo mantuvo el mutismo absoluto por un par de segundos, hasta que lo rompió al rechistar contra el auricular.

No puedo creer que me dejaste decir lo de «Coming Home». Me siento tan idiota.

—Estoy segura de que es una gran canción —repliqué con genuino pesar colocando una mano en mi frente—. Lo siento...

¿Sabes? No lo sientas —esclareció su voz con un semblante mucho más firme que el anterior—. Apenas vuelva a L.A. llamaré a alguien para que recoja mis cosas de tu casa para no incomodar a nadie.

—No tiene que ser tan así, Tom. No es necesario.

—Pero lo es para mí. Adiós, Judy. Cuídate mucho, porque en serio lo necesitas.

Esa simple llamada telefónica fue la causante de la desaparición de Tom Keifer de mi vida. El cantante colgó, dejándome en un estado de perplejidad por varios minutos en el sofá de la sala, en donde me desplomé. Y es que no era algo menor; acababa de cortar una relación de la forma más apática posible, y no me sentía nada orgullosa de aquello. Trataba de convencerme de que era lo que debía hacer, de que eso era lo correcto, y este era el paso que debía tomar para seguir en esa línea; No debía de jugar con los sentimientos de las personas. A la mierda con los mismos viejos errores.

Las semanas avanzaban, y ya con nuestro quinto álbum a medio camino, mi mente solo trataba de mantenerse distraída en componer y musicalizar el proyecto, algo que era de gran ayuda, pues estaba tomando un rumbo con el que los cuatro estábamos de acuerdo –lo que muchas veces era difícil de lograr–. En ocasiones recibíamos la visita de Dave, quien para la fecha terminaba los últimos ajustes de su segundo material solista, y a veces la de las chicas de Vixen, las que grababan su primer álbum, coincidentemente en los estudios de EMI.

—¿Escuchaste el disco de Tom, no es así? Estuve así de largarme a llorar —Janet juntó sus dedos dejando una pequeña separación.

—No, no lo hice. Lo he evitado —negué encendiendo un cigarrillo—. Desde que terminé con Nikki he estado intentando hacer lo correcto, y si mi mente no iba a estar cien por ciento en él mejor ni siquiera intentarlo —exhalé el humo—. A veces pienso que me apresuré a estar con Tom.

—¿Hay alguien más que está ocupando tus pensamientos entonces? —inquirió con curiosidad acercando su silla a la mía.

—Eso quisiera, pero no estoy con él. Creo que nunca puedo evitar complicar todo —suspiré reposando mi mano sobre mi rostro—. Su nombre es Axl.

—¿Axl? ¿Axl Rose?

—¿Lo conoces?

—Claro que lo conozco, ¡todo el mundo lo conoce! —elevó el tono de su voz golpeando levemente mi rodilla con emoción—. Es el ardiente pelirrojo de «Welcome To The Jungle» y «Sweet Child O' Mine». Oh, Jud, ya me quisiera tu vida amorosa. Es de en sueño. Primero Nikki Sixx, Tom Keifer y luego Axl Rose. Maldita suertuda.

—Créeme, no es nada así. Además, de seguro tú también habrás tenido algún romance.

—Pues sí, aunque nada significativo, y nada al nivel de los hombres con los que estuviste. Tu compañero, Jamie, es algo lindo, podría comenzar por allí —carcajeó observando al cantante de reojo, quien se encontraba en la otra esquina de la habitación charlando con el resto de la banda de Janet—. Siempre tiene algún comentario desfachatado que decir cuando paso a su lado.

𝐃𝐑𝐎𝐖𝐒𝐄  ━  Nikki Sixx & Axl RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora