XXVI. You're All I Need

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«You're all I need
make you only mine
I love you, so I set you free... »

Mötley Crüe, You're All I Need

—Ya tomé la decisión, Axl —apreté mis labios—. Me pediste sinceridad. Esta soy yo siendo sincera...

—No hagas esto, sabes lo bien que se siente estar juntos —se aproximó cada vez más a mí con un semblante afligido que se reflejaba en todo su rostro—. No puedo ser el único que lo siente. Esto... Esto es amor.

—Espero algún día sepas entenderlo...

Fue lo último que dije antes de evitar su mirada de desilusión, a la par que me acercaba con pesar hacia la puerta de su cuarto. Sin decir otra palabra lo dejé allí, sin mirar atrás.

Al salir de aquél departamento, me apoyé con pesadez sobre la pared del otro lado soltando un gran suspiro, el cual alcanzó a sacar en parte lo que sentía dentro: unas lágrimas que no se lograron formar del todo al notar la presencia de alguien más del otro lado, quien parecía recién llegando. Se trataba de Izzy, quien se me quedó mirando inexpresivo.

—¿Te vas tan temprano? —inquirió el guitarrista, tomando entre sus dedos el cigarrillo que reposaba en sus labios.

Resoplé, y supuse que había notado mis ojos enrojecidos.

—Lo cortaste —asumió—. No es que sea asunto mío. Es solo que es mi amigo.

—Lo sé —asentí.

—Le haré ver que es la decisión correcta.

—¿Crees que la sea?

—No quiero que quemes el auto de Axl —replicó sarcástico y luego me ofreció uno de sus tabacos extendiéndolo hasta mí—. No lo sé, solo tú lo sabrás, solo trataré de apoyarlo a mi manera.

—Gracias  —acoté bajando la mirada luego de haber aceptado—. Supongo que fue un placer conocerlos. Lamento que no habláramos más.

El guitarrista solo asintió con el hermetismo del cual jamás había logrado ir más allá, y así nos despedimos con un implícito adiós tras terminar de compartir un cigarrillo en silencio.

Salir de allí y dejar a Axl había sido una de las decisiones más difíciles y dolorosas que había tomado, pues tenía que negarme los sentimientos fuertes que tenía hacia él, la persona más deslumbrante que había conocido en años, para dejar primar la soledad que tenía en deuda conmigo misma. Convencerme de que era la decisión correcta me llevó tiempo, pues no parecía ni se sentía como tal, sin embargo me aferraba a ello, ya que sabía que a esas alturas no podía seguir priorizando a nadie más en mi vida que no fuese yo. En ese punto llegué a la conclusión de que me había relegado por completo llegando a desconocerme, por ello era momento de reencontrarme conmigo misma. Momento de sanar de toda la mierda que venía acarreado desde mi llegada a Estados Unidos. Momento de «cerrar ciclos» como bien dice el dicho aquél que tanto detesto, porque ya había tocado fondo, y no pensaba volver a eso nunca más, no por la culpa de alguien más.

El resto de las semanas habían sido honestamente de liberación, así las terminé por denominar. Tras buscar y buscar una nueva residencia había conseguido finalmente un hogar para mí en lo alto de L.A. donde aún no me mudaba de forma definitiva, pero me tenía bastante emocionada, pues sería al fin mi proprio espacio, con mi propia decoración, con mi propio sentido estético, y donde podría sentir al fin la libertad creativa que tanto me hacía falta. Si bien era una enorme casa para un solo ser humano, no era tan desmesurada como los lugares que con anterioridad había vivido. Contaba con lo necesario, y un poco más: un par de habitaciones, una piscina y un jardín que requería mantenimiento, debo admitir. Los espacios vacíos prontamente fueron llenados con cientos de objetos como guitarras, libros, y montones de porquerías que siempre había querido como un piano de cola, cual pretendía darle uso para futuras composiciones.

𝐃𝐑𝐎𝐖𝐒𝐄  ━  Nikki Sixx & Axl RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora