Domingo 7 de julio. 18h25
—¡Espera, Joel! —escucho gritar al viejo chepa a mis espaldas. La voz se aleja cada vez más. Las drogas lo dejan a medio camino.
Corro más deprisa rebasando a las decenas de personas que siguen dirigiéndose a sus casas. Mi camiseta y pantaloneta negras ondean como una bandera demasiado grande. Las miradas observan curiosas el espectáculo. Escucho que alguien grita que soy un ladrón, pero nadie intenta detenerme. No tengo nada en las manos, solo forman un puño y mis nudillos están blancos.
Temo lo peor.
Mi madre podría estar muerta ahora.
«Lo asesinaré si le tocó un pelo».
Jadeando y lleno de sudor llego a trompicones a mi casa y de una sola patada quito de mi camino la puerta cerrada con seguro. Mis pulmones arden y mi costado me hinca como si fuera un cuchillo en que intenta entrar.
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No robarás
General Fiction«No robarás Son las palabras que más he escuchado en mi vida». En los suburbios de Guayaquil, una urbe devastada y desolada por los crímenes, los habitantes han hecho su propia justicia desde ha-ce varios años. No robes. No mates. Porque lo que ha...