Lunes 8 de julio. 1:22pm
No lo pienso dos veces. Veo su rostro y el de su hijo aparece instantáneamente frente a mí. Me lanzo sobre él con el puño en el aire y casi doy de lleno en su cara. Aprieto los dientes cuando aparta mi mano de un solo golpe y esta choca contra la pared sin lijar. Soy pésimo peleando, él se da cuenta y aprovecha mi nula experiencia y clava un golpe directo en la boca de mi estómago.
—¡Maldito! —grito y logro lanzar un golpe más. Esta vez atino en la nariz.
Con fuerza me empuja y caigo de espaldas al suelo. Me incorporo rápidamente. No estoy midiendo nada, solo quiero atacarlo. La rabia que he contenido por años sale despiadada de mí y no mido las consecuencias de mis actos.
—Asqueroso ladrón —dice mientras intenta patearme en la rodilla. Lo esquivo a tiempo y lanzo otro puño y él se aleja a tiempo.
Cuando creo tener un poco de ventaja escucho voces que se acercan. No puedo contra tantos, pero detrás de mí siento cómo todos se levantan para ayudarme.
—¡Hijo de puta! —vocifero y vuelvo a golpearlo. Mi puño cae sobre su frente y su rodilla acierta rápidamente en mi costilla izquierda.
—¿Qué diablos ocurre? —grita un hombre con un bate, está en todo el umbral de la puerta y se queda mirando la escena.
Maldita sea, ahora sí estoy frito. Es muy tarde para esquivarlo y siento como con un solo golpe hace crujir los huesos de mis brazos. Lanzo un alarido de dolor y, cuando mi primer oponente intenta golpearme de nuevo, un puño lo golpea en una mejilla.
—¡Primero los dejaremos deformes! —vocifera Joel a mi lado mientras da de lleno en las costillas de su oponente.
Hay más voces afuera que se suman, pero los dos que quedan ya se han puesto de pie de nuevo.
Vamos a pelear y saldremos de aquí.
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No robarás
General Fiction«No robarás Son las palabras que más he escuchado en mi vida». En los suburbios de Guayaquil, una urbe devastada y desolada por los crímenes, los habitantes han hecho su propia justicia desde ha-ce varios años. No robes. No mates. Porque lo que ha...