× 40 × NO TE VAYAS

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ANDREW:

— Andy... ¿Qué vas a pedir? — preguntó eufórica y alegre.

— Mmmm... No sé pideme cualquier cosa.

Mi respuesta fue completamente cortante y ensimismada. Mi mente estaba por otro lado. 

Me encontraba algo emocionado. ¿Qué hacia Elizabeth aquí?. Cuando la vi de lejos no creí que fuera ella. Porque estábamos en otro país. Ella no debería estar acá. Cuando me acerqué supe claramente que era ella. A pesar de su camiseta y un buzo junto con tacos, algo como un outfit de ultima hora, ella se veía tan... hermosa. Como siempre.

Mi impulso fue abrazarla. Su perfume olía como a vainilla y a mi me encantaba ese aroma. En todo ese momento olvidé el motivo por que estaba enojado con ella. Estaba casada.

— Jovenes, su pedido — dijo aquel chico trayendo unos helados, de chocolate y fresa.

Elizabeth decía que se había separado de su esposo. Y que yo con mi memoria intacta, sabía eso. Entonces tal vez si a mi no me había importado en ese entonces, no tendría que importarme ahora tampoco. Debía de haber una razón.

— Toma — dijo Janny dandome el helado de chocolate.

Chocolate. ¿Esa era Janny no? Ella era a la cual yo amaba mientras tenía mi memoria. Ella era mi amada. Y si era así ¿Por qué todo de mi cuestionaba eso? Cuanto quisiera recordar.

— Gracias — terminé el helado en 5 minutos y Janny también lo hizo. Soy consiente de que le encanta el helado.

— ¿Vamos a la terraza? — preguntó — Este lugar tiene terraza, el segundo piso es pollería y de allí el tercero es terraza, vengo seguido acá.

Asentí sin salir de mis pensamientos. Ella estaba feliz, completamente, pero yo no, tenía dudas. Subimos las escaleras, pasando por mucha gente, como dijo, había una terraza,.

No eramos los únicos, habían unas 5 personas más, el sitio era muy bonito, Janny me jaló hacia más adelante, habían unas rejas blancas, solo eso para impedir que no cayéramos desde allí a la avenida. 

Tantee el bolsillo de mi saco, recuerdo lo que tengo allí, está la carta que encontré el día en que desperté sin recordar. Esta doblada y arrugada, pero la saco y abro, no sé cuando la escribí, ni siquiera si pensaba dárselo a la dueña de mi corazón.

— Es triste que aún no me lo des —vocifera Janny en una sonrisa algo desepcionada.

— Cuando recuerde, allí si te la daré, te lo prometo — le doy una sonrisa genuina y grata, pero algo me dice que no quiero dársela, no quiero.

Veo a Janny apoyarse en la rejas y mirar abajo, entonces hago lo mismo, y siento el impulso de leer aquella carta, entender lo que digo, lo necesito. La estiro para poder leerla a pesar de lo arrugada que está y comienzo a leerla mentalmente.

Cada día mi mente se deleita pensando en ti, amor mío, me encuentro perdido en mis pensamientos y solo estás tú en ellos, antes de ti, yo no sabía lo que era amor, pero ahora lo sé, por ti, tú eres mi amor, amor es la inmensa felicidad que se apodera de todo mi ser cada vez que veo tu sonrisa, las inmensas emociones maravillosas que me invaden solo con verte. Mi mente no puede dejar de pensaré y mi corazón no puede dejar de amarte. Sé que estas mal, pero no debes llorar por ese idiota que no te supo valorar, no sabes todo lo que daría para haber podido conocerte antes. Si hubiera imaginado que algún día te iba a encontrar, hubiera dedicado mi vida a buscarte para estar contigo. Aquí estaré cada día esperándote, imaginando que eres feliz conmigo y que ya olvidaste lo que es llorar. Estoy atemorizado porque nunca me había enamorado tan rápidamente. Tengo unas ganas inmensas de decirte "te amo", pero no sé si lo escucharé de vuelta. Significas mucho para mí. Te estoy esperando, chocolate. 

INFIEL TÚ ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora