Sábado 23 de junio. 04:04h. Algún lugar de la provincia de Almería.
Corrió. Corrió todo lo que pudo.
No quería mirar atrás. Había visto cientos de veces esa escena en televisión y le parecía una tontería que el perseguido siempre lo hiciera. ¿Para qué? Lo importante era huir. Mover las piernas como si el cansancio no existiera. Como si el camino no se acabara nunca. Pese a ello, se vio cayendo a sí misma en la trampa y giró la cabeza, sin detenerse.
No vio a nadie.
¿Dónde estaba?
El crujir de ramas secas que situaba a su atacante justo a su espalda había desaparecido. Ahora solo se oía el ruido que ella misma hacía al correr.
Y sus jadeos. Sus jadeos sobre todo.
Dejando eso atrás, el silencio era sepulcral.
Si le hubieran dado a elegir, habría preferido que aquello estuviera repleto de ruidos porque el silencio, ese maldito silencio que ahora lo envolvía todo, lograba que su nivel de tensión rozara límites peligrosos.
La noche se mostraba insultantemente bella. El cielo, con algunas nubes pero bastante despejado, dejaba ver en aquel paraje alejado un manto de estrellas imposible de contemplar en la ciudad. El problema era que las pocas nubes cubrían en esos momentos la luna y aquello confería al ambiente una oscuridad que no ayudaba en la huída.
Sabía que no debía parar, pero sus piernas no podían más y no le quedó más remedio que detenerse. Se dobló sobre sí misma para intentar recobrar el aliento. Notaba un fuerte dolor que le oprimía el pecho, algo así como un intenso aplastamiento y colocó su mano sobre él tratando de recuperar el control. Su respiración era rápida e intensa, casi demencial. Levantó la cabeza entre fuertes exhalaciones y consideró en tomarse unos segundos para estabilizarse. No es que quisiera, es que lo necesitaba.
Miró hacia un lado y a otro.
¿Dónde estaba?
Una fuerte presión comenzó a subirle por el esófago y sintió que iba a vomitar la cena. Ya ni era capaz de recordar qué había comido. Parecían recuerdos lejanos. Ahora sólo le importaba salir de aquello. Como fuera. A toda costa.
Tras unos instantes de falsa calma consiguió echar de nuevo a correr, aunque lo hacía de una manera bastante torpe, con zancadas irregulares y nada estables. No sabía adónde se dirigía, era la primera vez en su vida que pisaba ese lugar. Optó por adentrarse en una arboleda que quedaba a su izquierda, pensando en encontrar allí algún refugio. Al pasar entre los árboles sintió que la humedad que reinaba en el ambiente ya no era tan intensa allí, quizá por la protección que ofrecían los últimos. El penetrante olor a pino dominaba la zona, pero ella ni se dio cuenta del detalle. No fue capaz de vaticinar si encontraría después la salida pues aquello parecía un laberinto, aunque deseó que el peor de sus males aquella noche fuera perderse ahí dentro. Se detuvo otra vez y miró a su alrededor. Lo más sensato sería esconderse detrás de cualquier objeto voluminoso pero, por desgracia, no veía nada que le sirviera de forma efectiva.
Pararse fue un error.
Lo supo cuando volvió a sentir que las piernas le flaqueaban y el aliento le faltaba. La presión del pecho apareció de nuevo, solo que ahora con mucha más intensidad. Una nueva arcada llegó y esta vez no la pudo controlar: vomitó.
Necesitó de unos segundos para recuperarse de esa sensación desagradable. Para ello trató de inspirar y expirar con calma, pero la situación no invitaba a encontrarla. No es que lo consiguiera, pero la lógica mandaba y como fuera tenía que seguir corriendo, de nuevo sin rumbo conocido. El problema era que cada vez le pesaban más las piernas y no se sentía con fuerzas para moverlas con la cadencia requerida. Tanto fue así que ya no le quedó más remedio que volver a detenerse poco después de haber salido de la arboleda, justo por el lado contrario al que accedió. No podía más, estaba exhausta.
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El silencio de una princesa
Mystery / ThrillerEsta será mi primera novela publicada GRATIS y por capítulos. Lo hago con el único fin de entretener a la gente en tiempos de Coronavirus. No sé dónde me llevará esto, pues me voy a ir inventando todo sobre la marcha. Espero no llegar a bloquearme e...