Domingo 15 de marzo de 2020
Último día antes de la cuarentena oficial
Ayer por la noche, como consecuencia de la pandemia del coronavirus, también conocido como Covid-19, el Presidente del Gobierno declaró el Estado de Alarma en todo el territorio español en una comparecencia pública.
¿Y eso qué quiere decir? Bueno, sin entrar en los pormenores de las medidas extraordinarias, se traduce en que a partir de mañana se suspenden las clases en todos los niveles; se cierran bares, cines, bibliotecas y cualquier otro negocio que no ofrezca un «servicio básico» (como los supermercados o las farmacias, por ejemplo). Pero, por encima de todo, lo más problemático será la restricción del libre tránsito de las personas. Es decir, que si no vas al médico, a comprar, o a cuidar de alguna persona en situación de dependencia, tienes que quedarte en casa como un buen ciudadano. Y prometen desplegar las fuerzas de seguridad para garantizar que así sea.
Tal vez te preguntes cómo es que se ha llegado a esta situación. Pues la respuesta es sencilla: la gente es gilipollas. Sí, sí, has leído bien. La gente es subnormal e irresponsable. Obviamente que no toda, pero si se nos ha tenido que obligar a quedarnos en casas es porque muy bien, lo que se dice muy bien, no lo estábamos haciendo. ¿Que evitemos aglomeraciones? ¿Que nos quedemos en casa para evitar potenciales y evitables contagios? ¿Que es una situación extraordinaria y no son unas vacaciones? ¡De eso nada, monada! Me voy a mi casa de la playa a pasar unos días con los niños. O a discotecas. O a las terrazas que siguen abiertas a tomarme un vinito y unas tapas. Total, esto no es pa' tanto, ¿no, Manolo?
Fíjate si lo será que han tenido que obligarnos como a niños pequeños. Because humanidad, porque no somos muy listos en general. ¿Lo más triste? Que ni siquiera somos el país que peor lo está gestionando, conque ya me dirás...
Y eso por no hablar de la locura de los supermercados. En serio, a la gente (y aquí sí que me permito el lujo de generalizar) se le ha ido la jodida cabeza. Mareas inmensas de personas a las puertas de los comercios para competir por el puesto del más paranoico, irresponsable y retrasado de su pueblo. ¡Que se llevaban carros hasta arriba de papel higiénico! ¿Me explicas? Sí, sí, papel higiénico. O sea, que va a haber gente que va a tener que limpiarse el culo con folios, o con billetes de 10€, porque ha cundido el pánico de que vamos a morir todos. Que, oye, si me voy a morir, al menos tener el orto más pulcro del cementerio.
Y así todo. Las redes sociales son un hervidero de imágenes y vídeos de personas en situaciones tan variadas como excéntricas. Y digo excéntricas por no decir idiotas. La última (puede que otro día hable de la señora envuelta en bolsas de plástico), ha sido una mujer con un carro hasta arriba de flanes, natillas, yogures... Pero vamos a ver, señora. ¿En serio? Ya no es que cuando se vaya a comer el último flan esté caducado y le vayan a entrar las cagaleras de la muerte (lo cual sería una fantasía digna de ver, también te digo), sino que es más probable que acabe en urgencias porque le reviente el páncreas debido al subidón de azúcar que por el coronavirus.
¿Conocéis la típica recomendación que se da en caso de incidente, como un incendio? ¿Esa de mantener la calma y no tratar de salir en estampida? Pues eso estamos haciendo nosotros. Pero al revés. Que, a ver, tampoco se puede esperar demasiado de una especie a la que hay que enseñarle a lavarse las manos cada vez que hay una epidemia (o, en nuestro caso patrio y particular, a comerse las uvas de la suerte cada Nochevieja), pero, no sé, confiaba en que seríamos más responsables en los albores del apocalipsis... Es tan lamentable como cierto.
También es verdad que la mayoría se está comportando, que ya se ha recluido voluntariamente y no se está volviendo majara. Además, estamos teniendo gestos admirables como especie. Me refiero a las convocatorias que se están moviendo por las redes sociales para aplaudir (tanto de forma simbólica como literal) al personal sanitario que se está dejando la salud para cuidar de los enfermos. Yo también quiero agradecerles su inestimable labor y dedicación, las cosas como son.
Ahora bien, ¿sabéis que sería aún mejor que aplaudir? ¿No? Ya os lo digo yo: no votar a partidos políticos que defienden la sanidad privada en detrimento de la pública y apostar por los que abogan por lo público. ¿Increíble, verdad? Pues ya lo sabéis para las próximas elecciones. Da igual cuándo leas esto y da igual de qué elecciones se trate. El neoliberalismo capitalista está muy bien hasta que te toca vivir una pandemia.
En resumidas cuentas, nos esperan dos largas semanas por delante a las que debemos hacer frente de la mejor forma posible. A mí, sinceramente, el no salir de casa no es algo que me preocupe; le tengo bastante alergia al sol y a la gente, así que eso lo voy a llevar bien. Pero sé que yo no soy, ni de lejos, la norma, conque manteneos ocupados. Haced ejercicio, dentro de las posibilidades; no salgáis de casa si no es estrictamente necesario y lavaos bien las manos.
Por mi parte, he decido escribir esta especie de diarios como propia terapia, pero también con la intención de entreteneros con mi aburrida y lamentable vida en cuarentena. Espero que la encontréis... no sé, la verdad es que no tengo ni idea de qué espero al respecto.
Bueno, hasta mañana.
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Diario de una cuarentena
General FictionHola, soy Fígaro y estoy en cuarentena. De hecho, medio mundo lo está. Y todo por el famoso coronavirus que sale hasta en la sopa. Porque, por si no te has enterado todavía, es una pandemia global y no podemos ni debemos salir de casa. Pero a mí lo...