Capítulo 8: Un sueño completamente real

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Anteriormente:

-Mi querida hijita, me alegro de verte. Me alegra ver que te has redimido. La redención siempre es posible, siempre he dicho eso. Ahora siéntate a mi lado, y pregunta lo que quieras a tu padre, el Dios Bíblico.

Tiempo actual:

Yuuma, anteriormente Raynare, no se creía todavía que estuviese en presencia de su padre, el Dios Bíblico. ¡Le habían visto morir en la Gran Guerra, cómo demonios era posible que estuviese vivo! Estaba soñando, sí, eso era. Era tan rematadamente imposible que su amado Padre estuviese vivo que lo más probable es que estuviese soñando.

-¿Estoy soñando, verdad? -preguntó Yuuma inocentemente a su padre con unas pocas lágrimas de alegría surcando su rostro, sacando una carcajada del poderoso dios, el cual estaba completamente feliz de ver a una de sus amadas hijas de nuevo-. Esto no puede ser real, no puede serlo.

-Hijita mía, la vida es un sueño -dijo Elohim, hablando como siempre le gustaba hablar cuando se sentía feliz y juguetón, de forma un tanto misteriosa-. Dices que esto es un sueño, pero la vida que has vivido hasta ahora podría ser un sueño, e incluso todas las vidas humanas podrían ser un sueño en la mente de una entidad más poderosa que no podemos siquiera entender. Lo que es la realidad y lo que no es no hay forma de saberlo, pues los sentidos no hacen más que engañarnos. En los sueños podemos ver, oler, tocar, oír y sentir todo, pero no es real lo que sentimos para todo el mundo, excepto quizás para nosotros mismos. Puede ser que cada uno de los seres humanos que hay en la Tierra, diablos, youkais, e incluso dioses, no sean más que un sueño o una idea de alguien más grande, alguien que con su inconmensurable poder da vida a cada cosa, haciendo que en la mente de quien lo vea aparezca como algo real. Incluso puede ser que no seamos más que unos simples personajes de una novela de ficción de un gran autor legendario, quién sabe. Lo que es real y lo que es un sueño, no lo podemos saber. Pero una cosa está clara: no hay nada tan poderoso como la propia mente, y su capacidad para crear cualquier cosa.

-Entonces, ¿cómo puedo saber si eres real, o si en cambio eres solamente una imagen producida por mi mente? -preguntó Raynare tras meditar las enigmáticas palabras que le había dicho su padre, y soltar una carcajada al oír la broma de su padre diciendo que incluso ellos podrían ser simplemente unos personajes en una obra de ficción. ¡Qué idea tan ridícula!

-Cuando la razón y nuestros sentidos fallan, hay que guiarnos por otros métodos para reconocer algo como real. En esos momentos es por los que hay que guiarse por tus propios sentimientos, y lo que te dice tu corazón. Sin corazón ni sentimientos, no existirían las creencias, y con ello conceptos como la esperanza serían estúpidos -dijo Elohim con una postura algo pensativa-. De hecho, ese es el origen de las religiones. Ante cosas que no se pueden demostrar empíricamente, se confía en otras cosas, como la fe ciega en algo. Ahora bien, Yuuma, hijita mía. ¿Qué te dice tu corazón?

El corazón de Yuuma no tenía ninguna duda. Pese a que la mente de Yuuma no creía que su padre estaba vivo debido a que existían numerosos factores lógicos comprobados que aseguraban que Dios estaba muerto, el corazón de Yuuma brincaba de alegría por tan ansiado reencuentro.

Entendiendo lo que le dijo su padre, Yuuma volvió a derramar algunas lágrimas de alegría, y abrazó fuertemente a su padre durante un cierto rato. Tras unos cuantos minutos en los que Yuuma simplemente se quedó abrazando a su padre, ella se desplegó de su padre, pues ansiaba obtener respuestas a algunas preguntas que ella tenía.

-Padre, ¿cómo es que estás vivo? ¿Cómo sobrevivistes? Todos te vimos morir -dijo Yuuma con curiosidad, a lo que su padre se acomodó, y se sentó en el suelo de mármol del extraño lugar en el que estaban.

El Ángel de corazones de las llamas rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora