Capítulo 10: Maldito bastardo afortunado

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El miedo hacia lo desconocido es algo común. Cuando un ser, sea de la raza, género o edad que sea, sea un animal o un ser humano, se enfrenta contra algo desconocido que tiene el potencial de atentar contra su vida, suele reaccionar violentamente. El temor y el rechazo son consecuencias de esta frecuente reacción.

No, no es una reacción extraña. Todo ser vivo normal reaccionaría así, pues está en nuestra naturaleza defendernos de lo que consideramos que puede atentar contra nuestra integridad.

Eso mismo le había pasado a Ophis durante toda su existencia. Nacida de la Nada y del Infinito, ella siempre había estado por encima de todo. Pero estar por encima de todo y de todos tiene consecuencias de las que Ophis siempre se había sentido triste. El miedo hacia su persona era algo común, pues el inmenso poder de Ophis hacía que las personas se sintiesen amenazadas por ella, algo más razonable si cabe si pensamos que la humanidad apenas había comenzado su existencia.

Sintiéndose triste por ello, Ophis decidió encerrar su verdadero ser en un ser sin sentimientos, y decidió olvidarse de todo lo que conocía. Así que Ophis simplemente pasó a ser un ser inocente y solitario, que no conocía nada acerca de la vida, ni siquiera lo más básico. Lo único que Ophis conocía era el silencio, y eso era lo único que Ophis quería. ¿Por qué querer compañía, si estos la mirarían con miedo, y la rechazaban? No, Ophis no quería sentir esas miradas, Ophis no quería que la gente le diese malas miradas, Ophis no quería que en los ritos de las tribus en el mundo humano se la venerase como algo peligroso y malvado. Así que Ophis decidió refugiarse en lo único que conocía que sabía que no le iba a hacer daño, en el único lugar donde no sentía miedo, en el único lugar donde no tenía ganas de llorar, en el único lugar donde olvidaba todo: el silencio.

Así fue como Ophis volvió al lugar de donde ella había llegado a la dimensión DxD, la Grieta Dimensional. Con el pasar de los años olvidó todo lo que había aprendido en el mundo humano, olvidándose de sus amados dulces, del suave tacto de las sábanas de una cama, del agradable soplo del viento...En definitiva, ella se olvidó de todo lo que amaba y le causaba daño a la vez.

Durante años y años ella simplemente vagó por la Grieta Dimensional, aislándose de todo, refugiándose en el silencio. Todo ser dañado tanto física como psicológicamente desarrolla mecanismos de defensa para protegerse de lo que le hizo daño. Ophis no era distinta a eso, y encerró todo su ser en sí mismo. Todo, pasando por los sentimientos hasta las relaciones con las personas, hacía daño. El silencio no hacía daño, y ella se refugió en el silencio. Ese era su mecanismo de defensa, y ella nunca lo abandonaría, pues ya no sentía triste allí. No era feliz, pero al menos tampoco estaba triste. Era lo más parecido a un cascarón vacío. Estaba sola, sí, pero antes también lo había estado. Esto es una gran mejora, eso es lo que ella se decía.

Al mismo tiempo, la humanidad a lo largo de todos los universos empezó a crecer, y con ella los sueños y ambiciones surgieron, representativos de la ambición de numerosos seres que reflejaban todo lo que deseaban en sus sueños y ambiciones. Era tan poderoso este fenómeno, que produjo algo jamás visto: los sueños tomaron forma, y un ser surgió a partir de estos, con dos claras funciones: la primera, ser guardián de los sueños de todos los seres; la segunda, ser guardián de las dimensiones, para así proteger los sueños de todos. Así pues, esta bestia tomó una forma de dragón, y todos los dragones lo reconocieron como alguien superior a él, como el dragón más poderoso, pues ya se habían olvidado de Ophis, y muchos dragones no conocían a esta dragona. Así fue como surgió el Dragón de Dragones, el Gran Rojo, apodado DxD por ser el guardián de la dimensión de la cual tomó el nombre.

Gran Rojo empezó a vagar por la Grieta Dimensional, cerciorándose de que no hubiese algún problema entre dimensiones. Fue en uno de estos días que se encontró con una mujer que flotaba en medio de la Grieta Dimensional. La mujer era hermosa, con un cabello largo azabache y unos ojos de un negro azabache, pero algo apagados, una vestimenta bastante parecida a las que se utilizaban en el Antiguo Egipto, y una figura espectacular, haciéndola verse como la definición de la belleza misma. Esa era la verdadera forma de Ophis Ouroboros, la cual había sido ocultada por la misma Ophis para protegerse de posibles aprovechados. La mujer percibió la presencia de Gran Rojo, pero como todo, decidió ignorarlo, hasta que Gran Rojo se puso enfrente de ella.

El Ángel de corazones de las llamas rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora