Capítulo 14: Un peón en un tablero con muchas piezas

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Gabriel le había contado muchas historias a Issei acerca de Kokabiel, como debido a su agresividad y amor por la violencia había caído del cielo. Obsesionado con ser el ángel caído más fuerte, rápidamente se hizo con el puesto de cadre, lo que le acreditaba como uno de los ángeles caídos más fuertes.

Ahora, Issei no sabía qué hacer. Tenía enfrente a un enemigo más poderoso que él, y que había derrotado sin problemas a todos los que habían acompañado a Issei, y todos estaban mínimo con algún daño físico. La mirada de Kokabiel era una que quería sangre, una mirada que buscaba y necesitaba violencia. Los ojos rojos de Kokabiel declaraban un claro amor por la violencia y el caos por parte del cadre que se había rebelado contra Grigori.

Si antes de encontrarse con Kokabiel había alguna duda acerca de la información sobre el paradero de las Excalibur, ahora ya no había ninguna. L a forma en la que Kokabiel miraba a las espadas era parecida a la mirada que muchos amos dirigían a sus esclavos: una mirada de avaricia, intentando encontrar el mejor uso de ellos para beneficio del amo. Estaba claro entonces que Kokabiel no quería las espadas por sí solas. Pero entonces...¿para qué demonios quería Kokabiel las espadas? 

-Un gusto conocerte, Sekiryuutei. Como ya has adivinado, soy Kokabiel, uno de los cadres de Grigori -se presentó Kokabiel con un rostro lleno de burla.

-Por mi parte no estoy muy entusiasmado de conocerte -dijo Issei-. ¿Qué demonios haces en Kuoh, Kokabiel? ¿No estás desobedeciendo órdenes de Azazel? ¿Y que necesidad había de atacar a mis compañeros de esa forma?

Al oír las preguntas de Issei, Kokabiel no pudo evitar reírse. El comentario de Issei debió hacerle mucha gracia al caído, pues estuvo algo de tiempo riéndose hasta que se pudo tranquilizar.

-Ah, como se nota que eres demasiado inocente, Sekiryuutei. Ese título, el de El Dragón Emperador Rojo, no es adecuado para ti, y más siendo un ángel -dijo Kokabiel mientras se limpiaba las lágrimas provocadas por la risa-. Los dragones son seres egoístas y codiciosos, que cuidan de lo que consideran suyo con todas sus fuerzas. Y son precisamente esas características las que te faltan. Ser un ángel es algo completamente opuesto a ser un dragón, Sekiryuutei, y tú no has aceptado completamente ser un dragón. Un mero ángel no tiene ninguna opción contra mí.

-Con respecto a qué hago en Kuoh, la respuesta es bien sencilla, Issei Hyoudou -continuó Kokabiel-. Ayudándome del aura sagrada de las Excalibur y de cierto aparato robado a Grigori, ¡voy a destruir todo Kuoh, y con ello, a las dos hermanas de los Maou Lucifer y Leviathan! 

Issei se horrorizó. El aparato que habían robado de Grigori tendría un efecto devastador sobre Kuoh si se utilizaba con fines bélicos. Adivinando lo que Issei estaba pensando, Kokabiel continuó con su discurso.

-Básicamente, robando poder de la energía ambiente de Kuoh formada por todos los seres sobrenaturales que viven en Kuoh, potenciaré la energía de la fusión de las Excalibur, ¡HACIENDO QUE TODO KUOH QUEDE REDUCIDO A CENIZAS! -gritó Kokabiel con una sonrisa algo perturbadora dibujada en su rostro.

-¿Por qué haces esto? ¿Qué es lo que buscas lograr destruyendo Kuoh? -preguntó Issei, apenas pudiendo controlar su ira ante las amenazas de Kokabiel-. ¿Acaso planeas provocar una guerra? ¿O simplemente lo haces por diversión?

Estas preguntas parecieron hacerle mucha gracia a Kokabiel, puesto que el cadre se empezó a desternillar de la risa, pudiendo calmarse unos minutos después.

-Sekiryuutei, eres alguien sumamente gracioso. Tu estupidez es algo que me hace muchísima gracia -comentó Kokabiel-. La guerra es inminente, ¡y por supuesto que quiero provocar una guerra! No sabes lo furioso que estaba cuando Azazel, al ver que Padre y los Maous había muerto, decidió negociar la paz. ¡Y justo cuando la guerra la teníamos ganada! Es por eso que, si destruyo Kuoh y logró acabar con las hermanas de los Maou, la guerra y el caos serán desatados! ¡Es un plan perfecto! Pero no te quepa la menor duda, Sekiryuutei, de que esto también me es divertido. Se podría decir que es mi razón de existir.

El Ángel de corazones de las llamas rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora